Pasar al contenido principal
x

Mexicanos en Ucrania, atrapados entre el miedo y la incertidumbre

mexicanos_en_ucrania
Foto(s): Cortesía
Luis Ángel Márquez

El País


El conflicto entre Rusia y Ucrania ha trastocado trágicamente la vida de muchas personas. El miedo y la incertidumbre por el futuro han ido en aumento desde que el ejército de Vladimir Putin  comenzó su ofensiva contra Ucrania en la zona de Donbás.

Tanto para los ucranianos que se encuentran en otros países, lejos de sus familias, como para los extranjeros afincados en aquel territorio asolado por la guerra. la desesperación de no saber si podrán volver a reunirse con sus seres amados es palpable.

El periódico El País entrevistó a tres mexicanos quienes narraron sus experiencias viviendo en Ucrania en medio del conflicto.

"Queremos salir lo antes posible"

Álex Ricalday, de 36 años, es un mexicano de Tamaulipas que lleva dos años viviendo en Kiev. Afirmó que “la gente está empezando a entrar en pánico”.

Ricalday ha tomado la decisión de abandonar territorio ucranio. “Queremos salir lo antes posible”, afirma, “desde hace unos días hemos tratado de dejar Kiev, mi esposa está embarazada de seis meses y queríamos quedarnos lo más que pudiéramos porque es un embarazo de riesgo”, relata. Muchas personas están intentando abandonar la ciudad más grande del país, con casi tres millones de habitantes, cuanto antes. “No hay boletos de tren, no encontramos vuelos de ninguna aerolínea”, dice Ricalday, que había reservado un coche de alquiler justo hace unos días y espera poder recogerlo en el aeropuerto para poder acercarse por tierra a Lviv, en el oeste del país, y después buscar cruzar la frontera hacia Polonia. “Pensábamos que teníamos más tiempo”, lamenta.

Como si se tratara de un sismo o de otra situación de emergencia, Ricalday y su esposa Katerina empacaron una maleta con lo indispensable: su acta de matrimonio, su pasaporte, los papeles más importantes, dinero en efectivo y sus computadoras portátiles. Las autoridades de Ucrania acaban de decretar la ley marcial, pero la información fluye a cuentagotas. Tras el ataque ruso llamó a su familia en Matamoros, les dijo que estaba bien y espera encontrarse con otro amigo mexicano para poder salir juntos. “Hay mucho movimiento, siempre hay tráfico en Kiev, pero hoy es un día diferente”, asegura. Horas después de aquella llamada, Ricalday cuenta que ha podido abandonar la ciudad y que está en camino hacia Lviv.

 “Tratamos de llevar una vida normal, dentro de lo que cabe”.

Ivette Rossano, una chihuahuense de 41 años, regresó de Lviv a Kiev hace menos de 24 horas, justo para escuchar cómo silbaban las bombas sobre la capital. “Nos despertaron los estruendos, no sabíamos qué estaba pasando”, dice Rossano, que vive en el centro de la ciudad junto a su esposo y a su hijastro de nueve años, que no tiene papeles para abandonar el país. Su familia ha decidido quedarse y esperar hasta recibir instrucciones del Gobierno y la Embajada mexicana: “Nos han pedido quedarnos en casa y que estemos tranquilos, que Ucrania está preparada para lo que venga”.

Mientras tanto las sirenas de ambulancias y policía no han parado de sonar. Durante la tarde las alarmas antiaéreas han comenzado a sonar en Kiev. A través de redes sociales se ha dado la instrucción a la población de trasladarse a refugios y bunkers. Rossano se ha resguardado con su familia en la estación de metro más cercana a su casa, aunque horas después de la alerta ha podido regresar a su departamento. “Para mí esto es algo completamente nuevo. Yo soy mexicana y aunque tenemos algunos conflictos con los carteles, mentiría si dijera que no tengo miedo”, dice la licenciada en Comercio Internacional. Desde su ventana alcanza a ver a varios vecinos que caminan con las maletas por la calle y que atiborran las tiendas para abastecerse. Su refrigerador está vacío y espera poder salir en unas horas para comprar provisiones.

Rossano cuenta lo que ve por la ventana de uno de sus balcones. Al otro lado de la calle una mujer mayor sale de una tienda de regalos con globos y un pastel: en las primeras horas de la guerra todavía hay tiempo para celebrar un cumpleaños. Desde la otra ventana, sus vecinos se marchan apurados y cargados de equipaje y las filas para conseguir efectivo y comida cada vez son más grandes. Rossano resiste. “Tratamos de llevar una vida normal, dentro de lo que cabe”.

"No hicimos nada para merecer esto”

Unas horas antes, Rosalía Tovar, una profesora de español de 34 años, escuchaba el estruendo de los aviones. Eran las cinco de la mañana. Minutos antes, el presidente ruso, Vladimir Putin, había ordenado atacar Ucrania. “Pasaron volando uno tras otro, tras otro, han sido momentos terribles”, cuenta Tovar, desde un hotel de la ciudad de Ivano-Frankivsk, en la franja occidental del país, donde ella y otros compatriotas han sido trasladados por la Embajada de México. Había pasado toda la noche en vela, pero cuando se enteró de la invasión, no se despegó del teléfono. “¡Despierten, despierten! ¡Es la guerra, van para allá, nos están atacando!”, relata con la voz entrecortada.Las primeras horas del último conflicto bélico en Europa han estado llenas de incertidumbre. El ambiente había estado cargado de nerviosismo, asegura Tovar, sobre todo ante las advertencias que habían llegado desde la Casa Blanca sobre una invasión y un presentimiento de que el conflicto estaba escalando. A primera hora del jueves, las amenazas del Kremlin se concretaron. “Todos mis amigos en Kiev están muertos de miedo, muchos han salido con sus coches de la capital”, comenta, “me dicen que escuchan los bombardeos y que ven cómo sus ventanas tiemblan”.

Tovar, oriunda del Estado de Guanajuato, llevaba nueve años viviendo en Ucrania, donde había recalado para huir de la violencia y vivir más tranquila. En Kiev había construido una vida hasta que Rusia declaró la guerra y tomó la decisión hace unos días de abandonar la capital junto a una treintena de mexicanos. “He dejado allí todo: mi casita, mis amigos, porque quería estar a salvo, así que me vine con la Embajada a un hotel”, relata.

El gobierno de México seleccionó Ivano-Frankivsk, a unos 600 kilómetros al oeste de Kiev, como punto estratégico para evacuar a los connacionales hacia Hungría, Eslovaquia, Polonia o Rumanía. Todavía hasta este miércoles por la noche, Tovar y otros mexicanos tenían planes de regresar a la capital para recoger lo que habían dejado atrás. “Un ataque es lo último que esperábamos, no hicimos nada para merecer esto”, dice la joven, en un momento en que todo es incierto y los planes que había hecho se desmoronan.

A diferencia de otros países, México ha decidido mantener su representación diplomática en la capital de Ucrania y la Cancillería aún tantea la posibilidad más factible de evacuar a los ciudadanos del país. Hasta ahora la embajada tiene localizados a 225 mexicanos, de los cuales 50 han pedido asistencia para salir del país. 

Noticias ¡Cerca de ti!

Conoce los servicios publicitarios que impulsarán tu marca a otro nivel.