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Angie, la pequeña con síndrome de Down que puso a prueba la maternidad

Foto(s): Cortesía
Redacción

Oaxaca.- "Mamá, te amo", enuncia Angélica y, tras frase breve, pero llena de amor, un tierno beso llega de golpe a la mejilla de Ángela... su madre, su confidente, su mejor amiga.


Desde el hogar donde María de los Ángeles Núñez García ha visto crecer a sus cuatro hijos, recuerda que hace 19 años se convirtió en madre por primera vez.


La pequeña Angie, como la nombran con cariño quienes la conocen, llegó de sorpresa a la familia, pues luego de tener a sus tres  primeros hijos, Ángeles decidió someterse a un procedimiento quirúrgico para que su familia no creciera más.


Ocho años después, la familia supo que Angie venía en camino; Ángeles tenía 42 años. "Fue una sorpresa porque ya estaba operada... mi embarazo fue totalmente normal. Fue una niña que, aunque no esperábamos, fue muy deseada, esperada y querida desde antes de nacer", rememora Ángeles.


Todo fue normal hasta el día que Angélica nació, dice. Fue entonces cuando la familia se enteró que la bebé tenía síndrome de down; la noticia fue emocionalmente muy fuerte, pues el temor de lo desconocido invadió a la familia.


Con el respaldo total de su esposo y con una nueva responsabilidad, Ángeles asumió la situación y decidió seguir adelante. "Cuando recibimos los estudios que revelaban que Angélica tenía síndrome de Down fuimos todos... tras el diagnóstico, lloramos por ella, pero prometimos que era la única vez que lo haríamos, porque es una bendición", resalta.


Inevitablemente, la depresión llegó después de su cuarto parto. "Incluso el día que recibí la noticia, no tenía ánimo de darle pecho", lamenta.


LA LUCHA CONSTANTE


Desde el nacimiento de Angie, su madre se propuso no hacer distinción entre sus hijos y, sobre todo, tratarla como una niña normal. "Nunca hemos tenido pena de ella, nunca la hemos escondido", declara con orgullo.


La pequeña de apenas seis años, estuvo bajo tratamiento en el Centro de Rehabilitación Infantil Teletón (CRIT), durante cuatro años, donde aprendió a caminar y comenzó a desarrollar sus capacidades de lenguaje. Después vino la lucha y, tras tocar puertas, Ángeles logró inscribir a su hija en una escuela pública regular, donde cursa el segundo grado de preescolar.


En la escuela Gregorio Torres Quintero, ubicada en Cinco Señores, Angie y su madre han recibido un acogimiento especial. La pequeña cuenta con el respaldo de un psicólogo, un maestro de apoyo, una docente de lenguaje y un ambiente en el que es aceptada y recibida como cualquier otra niña.


La determinación de Ángeles de tratarla como a todos sus demás hijos logró, poco a poco, que sus familiares, amigos e incluso compañeros de escuela no noten ninguna diferencia significativa en Angie.



 


VÍNCULO ESPECIAL


La relación entre madre e hija es especial. Aunque Angie no deja de demostrar afecto hacia su mamá, Ángeles asegura que es muy cariñosa con todos en su casa. "Yo dialogo con ella y, a pesar de que habla poco, yo sé que me entiende... le puedo platicar o preguntar sobre lo que voy a hacer de comer... yo sé cuándo está enojada, cuando algo le duele, o quiere que la consienta... y hablo mucho con ella", comenta orgullosa.


Como una clave de amor entre ambas, Angie junta sus manitas intentando formar un corazón cuando mira a distancia a su mamá... esa, dice Ángeles, es la prueba de que me ama.


SORTEANDO DIFICULTADES


Las dos transcurren la mayor parte del día juntas, por ello, ha sido difícil para ambas el proceso de integración de Angie a una sociedad que aún guarda recelo con los niños con síndrome de Down.


Aunque la pequeña fue rechazada de una escuela, Ángeles tomó la determinación de dejar de prestar atención en aquellas personas que manifiestan algún tipo de rechazo en las personas que son diferentes.


“Lo que nos hace falta como adultos es conocer a los niños como Angie y aceptarlos. Cuando los papás enseñan a sus hijos a convivir con niños especiales, irán sembrando en ellos, poco a poco, la semilla de la aceptación”, indica.


UN SABIO CONSEJO


Con la sabiduría que caracteriza a las madres, Ángeles aconseja a las mujeres que tienen hijos con síndrome de Down a quitarse el miedo, a derribar todos los tabús sobre los niños con ese síndrome y conocer a sus hijos, acercarse a ellos.


"El error que cometemos muchas veces como padres es querer informarnos de todo, pero sólo en el aspecto clínico. Lo que no sabemos es que lo más valioso se aprende en el camino. Los niños con síndrome de Down son niños que gritan, lloran y hacen pipí como cualquier otro niño... y aunque cuesta trabajo, ese es el secreto", reitera.


DESEOS DE LIBERTAD


Mientras Angie discute con su hermano por ganar la atención de su mamá, ella comenta que sus principales metas eran que la pequeña pudiera caminar y comunicarse con ellos. Hoy, con los objetivos logrados, sólo desea que su hija más pequeña haga lo que ella quiera hacer, sea independiente y logre lo que sueña... quizá se convierta en bailarina, dice, pues le encanta bailar.


"Sin embargo, lo más importante es que sea feliz, independiente y que haga siempre lo que a ella le guste", afirma.


LECCIONES DE VIDA


Angie llegó para cambiar la vida de su madre. Las lecciones  de tolerancia y persistencia que la pequeña da a su mamá suceden a diario. "Angélica es una niña feliz, siempre está muy contenta e integrada a nosotros... ella me ha enseñado que el amor no tiene límites, también a ser más humana y ponerme en los zapatos de los otros", finaliza.



 


FRASE


"El error que cometemos como padres es querer informarnos de todo, pero sólo en el aspecto clínico. Los niños con síndrome de Down son niños que gritan, lloran y hacen pipí como cualquier otro niño... y aunque cuesta trabajo, ese es el secreto", Ángeles, madre de familia


ENSEÑANZA DE VIDA


La seguridad que Ángeles ha brindado a su hija más pequeña ha permitido que, a pesar del síndrome de Down Angie pueda comer por sí misma, cambiarse sola e ir al baño sin ayuda


COSAS DE MUJERES


Ángeles comenta que, entre las cosas que más disfruta hacer con la pequeña Angie es ir de compras. Los centros comerciales son los lugares favoritos de ambas, quienes disfrutan de probarse vestidos y accesorios


PARA EL RECUERDO


Ángeles fue invitada a contar la historia de Angie en una edición de aniversario de una revista del CRIT


LAS COSAS COMO SON
Aunque reconoce que ser madre de una niña con síndrome de Down es difícil, insiste en que parte de las lecciones que ha dado a su familia es llamarle al trastorno genético por su nombre, para evitar minimizarlo o maximizarlo


VIDA DE FAMILIA


Ser madre de cuatro hijos no es tarea sencilla. En la casa de Ángeles todos reciben premios, regalos, besos y regaños por igual


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