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Te presento a Casilda 

Foto(s): Cortesía
Agencia Reforma

CIUDAD DE MÉXICO.- En plática telefónica, Dulce Claire del Rocío Coello, diseñadora y fundadora del concepto Casilda Mut, disipa la duda: no es extranjera. 
Su papá la bautizó con todos esos nombres porque eran los más bonitos que encontró.


"Muy probablemente estaba muy feliz", declara Claire, cuya niñez se desarrolló al margen del Río Grijalva, en Acala, a 40 minutos de Chiapa de Corzo.
Lugar donde las mujeres bordan flores de artisela sobre tramos de tul negro y lucen su joyería de ámbar y oro. 


Dice estar orgullosa de ser chiapaneca y feliz de haber pasado la niñez abajo de la máquina  de costuras ajenas de su mamá, modista.


Claire visitaba el negocio de telas "La nueva tienda", pues tenía ansias por aprender. Luego de recomendaciones de amigas, se fue a casa de unos parientes a estudiar diseño de modas a Guadalajara.


Buscando empleo se integró a talleres de costura y en el pueblo textilero de Ajijic, Claire lograría algunos encuentros con diseñadores estadounidenses que valoraban el textil y las artesanías de México.


Eran tiempos de desfiles de moda, de jarras de cristal rellenas de "margaritas" boutiques, textiles de manta y un acento neomexicano que se exportaba como sinónimo de glamour y sofisticación. 


Claire agradece la influencia de diseñadores y marcas. Alejandro Julián le impactó por su modelo de negocio al trabajar con comunidades huicholas. Él aplicaba contenidos artesanales y de identidad.


Más tarde conoció marcas como Dunes y Takasami  y colaboró con Diana Martín, quienes le provocaron una reflexión: ¿Por qué todos están enamorados de todo esto?


Claire luchó, se cultivó, terminó una tesis sobre los Altos de Chiapas y sus indumentarias y entendió sus fortalezas. Paralelamente hizo lo que tanto le dijeron que no hiciera... regresó a Chiapas con una niña en brazos. Y creó un concepto de negocios en el que nunca ha pretendido ser la protagonista.


Subió a las montañas de Chiapas, se entrevistó con mujeres de San Juan Chamula. Encontró mujeres duras y desorganizadas. Juntas, sentadas en el pasto, trabajaron logrando algo más que lo que Claire les dio.


Pronto se sumarían mujeres de Huesca, de Amatenango, de Abasolo y  Zinacantán, en total 34. Juntas, aunque cada una en su especialidad, darían nombre de mujer a una marca que las refleja. CASILDA, porque es un nombre femenino y regional. MUT, porque en lengua tzotzil significa que es ave y vuela alto.


A 10 años de procesos de confección para vestir el cuerpo y la casa, Claire y sus talleres de producción, abastecen varias tiendas ubicadas en San Cristóbal, San Ángel en la CDMX, Mérida y San Miguel de Allende. Un negocio para todas, dice.

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