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Abona Esquivel a crear memoria

Foto(s): Cortesía
Agencia Reforma

CIUDAD DE MÉXICO.- Laura Esquivel recuerda el día en que sacó su tejido en la Cámara de Diputados. Pocos entendieron, dice la escritora, que aquello era un acto de resistencia civil pacífica.
"Cuando veo cómo se está vendiendo el País, y yo no puedo hacer nada, tengo que irme a otro lugar donde recupere mi paz. Tomo el tejido y me la paso enlazando y enlazando, y recuperando un México que no está ahí, pero al que estoy representando", afirma la legisladora de Morena.
Tejer para alguien, dice, es crear memoria, un lazo de afecto. "¿Por qué hay tanta descomposición social? Porque las familias están atomizadas. ¿Cómo se reconstruye ese tejido? No es dando despensas ni aprobando leyes, aunque es importante; lo único que hace que dos cosas se conviertan en una es la energía amorosa".
Por eso, explica, en la Cámara de Diputados trabaja en "el invisible", ya que la fracción de Morena no tiene posibilidad de impedir las "grandes traiciones" que se cometen en el Pleno. "Se trabaja para el interés partidista, eso es fragmentar, no pensar en el interés general. Yo he establecido otras redes, porque no todo está podrido".
Esquivel define a su nueva novela, El diario de Tita (Suma de Letras), como un "enlace" entre el pasado y el futuro. Entre Como agua para chocolate y la novela que cerrará en 2017 la trilogía, Mi negro pasado, que será narrada desde el presente por María, la tataranieta de Rosaura, hermana mayor de Tita.
"Es un libro de reencuentro, de memoria perdida", explica la autora. Una novela que diseñó como un diario personal, de la que conserva el original con los elementos que agregó: tejidos, flores, fotografías. Ese diario es lo único que sobrevive del incendio del rancho de los De la Garza, y remite a la tradición familiar.
La obra narra 20 años de la vida de la protagonista que no fueron aclarados en Como agua para chocolate, novela publicada en 1989 con más de 7 millones de ejemplares vendidos. Ambos libros, reconoce, abordan en parte la misma historia.
"Pero no estoy repitiendo", aclara Esquivel. "El diario de Tita está escrito en primera persona. Es otro el lenguaje, la intimidad, incluso la profundidad de los sucesos, vistos desde la sensibilidad de Tita y la sabiduría que adquiere con el correr de los años y su contacto con la cocina".
Aún le sorprende, dice, que Como agua para chocolate haya mantenido a lo largo de los años el interés de los jóvenes, lo que atribuye a que padecen un modelo económico que determina sus decisiones. "Esta novela no sólo es de rescate, sino de liberación de un sistema opresor".

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