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Brilla Donají ante 10 mil espectadores en Oaxaca

Foto(s): Cortesía
Redacción

La torrencial lluvia que hizo presencia en la capital del estado media hora antes de la cita pactada la noche de este domingo 23 de julio, no fue impedimento para que Donají brillara en la rotonda de la Azucena del Auditorio Guelaguetza ante más de 10 mil asistentes que presenciaron la historia de amor de la princesa zapoteca y el príncipe mixteco Nucano.


Al llamado del caracol que hacía retumbar el Auditorio Guelaguetza, y la magnifica puesta en escena de este espectáculo que nos lleva hasta el año 1501, llenaron de regocijo los corazones de propios y extraños que se dieron cita a la segunda presentación de este 2017 del espectáculo “Donají… La Leyenda”.


El espectáculo que dirige Fernando Rosales García, y que reúne a más de 85 artistas en escena del Ballet Folclórico de Oaxaca, relata el nacimiento de “Alma Grande”, quien con el paso de los años, jugó un papel protagónico, en aquella Antequera, durante la guerra entre zapotecas y mixtecos, donde Donají, quien fue apresada por los mixtecos, la tomaron por venganza y la sacrificaron.


La segunda presentación de “Donají…” fue todo un éxito y cumplió la expectativa: conmovió y cautivo a propios y extraños con esta verdadera historia de amor, la cual “cuentan las parejas de enamorados, que a veces lo han visto en los dorados atardeceres de Monte Albán".



Una historia de amor, la cual “cuentan las parejas de enamorados, que a veces los han visto en los dorados atardeceres de Monte Albán". FOTO: Román Carlos

Surgimiento de la leyenda


La historia dice que el rey zapoteca Cosijoeza y la reina Coloyocaltzin tuvieron un hijo, Cosijopí, quien fue enviado a la región del Istmo de Tehuantepec a gobernar. Cosijopí tuvo una hija, la princesa Donají, que se pronuncia “Donashí” en el suave idioma zapoteco. En esos tiempos había guerras constantes entre los zapotecas, que se establecieron en Zaachila, la capital política zapoteca, y los mixtecos, que se establecieron en Monte Albán después que los zapotecas abandonaron ese lugar.


Los mixtecos atacaron Zaachila y, para terminar la guerra, tomaron a la princesa Donají como rehén de paz. Entonces los zapotecas contraatacaron Monte Albán, y por ser un ataque repentino, los mixtecos huyeron y decapitaron a la princesa Donají. Después de eso, sólo confesaron el lugar donde enterraron el cuerpo, aunque nunca dijeron el lugar donde se encontraba la cabeza, lo cual permaneció como secreto dando nacimiento a la leyenda.



De la unión entre el rey zapoteca, Cosijoeza, quien gobernaba Zaachila, y Pelaxilla de origen mexica, nació Donají, nombre que significa “Alma Grande”. FOTO: Román Carlos

Un nacimiento para el sacrificio


Hace mucho tiempo nació en Zaachila, capital del pueblo zapoteca, la princesa Donají, que creció rodeada de cariño a pesar de los tiempos de guerra que enfrentaban a su pueblo con los mixtecos. Un día, después de una batalla, encontró herido a Nucano, el príncipe rival de los mixtecos, llevándolo a su habitación para cuidarlo. Durante ese tiempo el amor floreció entre los dos jóvenes príncipes.


La guerra prosiguió y finalmente los mixtecos resultaron vencedores sobre los zapotecas. Pidieron como señal de paz que el rey entregara a la princesa Donají, que fue llevada ante Nucano. Sin embargo, Donají, a pesar de su amor por Nucano, temía por la suerte de su pueblo, así que le pidió a su padre que la rescatase en un descuido de los mixtecos.



El inicio de la historia de la princesa que murió por amor a su pueblo: Donají. FOTO: Román Carlos

Realidad o leyenda


La historia nos remonta al Oaxaca prehispánico, Donají era una princesa zapoteca que fue entregada como rehén de paz para terminar la guerra con el pueblo mixteco. En uno de los enfrentamientos conoció a Nucano, quien se convirtió en su esposo. Pero su felicidad duró poco tiempo. Los tratados de paz se rompieron y en el intento por rescatar a la princesa zapoteca, los mixtecos la decapitaron.


La muerte de Donají llenó de luto a su reino. Tiempo después, un día de invierno, un pastor descubrió un lirio en los márgenes del río Atoyac. Cuenta la leyenda que, insólitamente el cuerpo inerte de la joven conservaba todo su esplendor, como si estuviera viva, ahí descubrió la cabeza intacta de Donají, y de su oído brotaba la flor de lirio eterno que nunca moriría, quizás como símbolo del amor sobre el odio, y de la valentía de la joven por proteger a su pueblo.


Sus restos fueron enterrados en Cuilapam, junto con los restos de su amor. Así surgió la leyenda. Con la conquista española sus nombres fueron cambiados a los de Juana Cortes y Diego de Aguilar. En su memoria, el escudo de Oaxaca de Juárez tiene como emblema la cabeza de una mujer con un lirio que florece sobre ella, quizá ésta sea la ferviente prueba de que el amor todo lo puede.

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