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¡Pásele y disfrute rica comida China! El nuevo negocio de los migrantes que regresan

Foto(s): Cortesía
Octavio Vélez Ascencio

SANTA MARÍA JALTIANGUIS, Oaxaca.- Quienes atraviesan la Sierra Juárez, lo que menos pueden esperar encontrarse son restaurantes de comida china a orillas de la carretera Ciudad Alemán-Puerto Ángel, porque lo común son los tradicionales comedores de gastronomía oaxaqueña.
En vez de mole, entomatadas, enfrijoladas, enchiladas, empanadas, tasajo con frijoles o huevos revueltos con chorizo, el menú que se ofrece es el pollo agridulce, el arroz frito, brócoli con res, camarones salteados con arroz y el chop suey.


 




Entre las montañas se ubica el acceso a este pueblo zapoteco. Foto: Mario Jiménez Leyva

 


Pero, ni los propietarios ni los cocineros son chinos, sino indígenas zapotecos de este municipio que migraron a los Estados Unidos en las décadas de los 80 y los 90.


Aunque si bien regresaron con determinada prosperidad, a pesar de que uno fue detenido y deportado después de 27 años, no encontraron ninguna oportunidad de trabajo y desarrollo, sobre todo, porque el campo ya no representa alguna opción.


Entonces, cada uno por su lado, uno primero que el otro, apostó por la aventura y decidió abrir su restaurante de comida china, para aprovechar lo aprendido con sus antiguos patrones asiáticos.


En el pueblo no solamente hubo incredulidad, sino también burlas de sus vecinos; hubo hasta quienes los llamaron locos porque creían que la comida china no iba a atraer a ningún cliente, principalmente por el desconocimiento de esa gastronomía en las comunidades de la Sierra Juárez.
Sin embargo, el riesgo valió la pena, porque la clientela comenzó a llegar no solamente de los conductores en tránsito, sino también de quienes también migraron y cultivaron el gusto por la comida china.


Con el auge de sus restaurantes, los dos ya decidieron quedarse en el pueblo y no regresar a los Estados Unidos; más ahora que el presidente Donald Trump ha prometido una deportación masiva y sobre todo, ordenado la construcción de un nuevo muro fronterizo.


 




Don Moisés Pérez ya es ciudadano estadunidense. Foto: Mario Jiménez Leyva

Deportan a don Chendo


Rosendo Santiago Bautista, “Chendo”, salió en 1984 en búsqueda del sueño americano como otros tantos indígenas zapotecas del pueblo, junto a su entonces pareja, Verónica Santiago. Primeramente, llegó a Los Ángeles, California, donde estuvo cuatro años y posteriormente dio el salto a Salt Lake City, capital del estado de Utah, en la que permaneció 23 años hasta su detención. En ambas ciudades, su trabajo fue en restaurantes de comida china.


“Empecé desde abajo, lavando platos los primeros tres años; luego pasé al corte de las verduras, a las freidoras y por último a la cocina con chefs llegados de Hong Kong. Después, fui chef durante 12 años; primero empecé con lo más fácil y ya después lo más difícil, por la necesidad y el empeño que le puse. Trabajaba de 11 a 12 horas diarias con un solo día de descanso”, cuenta.
–Si le iba tan bien, ¿por qué regresó?


–Regresé en el 2009 porque me detuvieron cuando iba manejando y como no tenía papeles me deportaron. Estuve ocho meses en el centro correccional de Cibola County, en Nuevo México.


–Su deportación, ¿no separó a su familia?


–Lamentablemente, se quedó quien era mi pareja y mis hijos Sergio Enrique y Martha Gisel, quienes nacieron allá. Quien fue mi pareja, sigue trabajando en una florería y creo que ya no regresa porque todavía no tiene documentos.


–¿Y por qué se decidió por un restaurante de comida china?


–Cuando regresé, me puse a pensar qué haría, pero el campo no es mi oficio; entonces decidí poner el restaurante en 2010 porque era lo que sabía hacer. Batallé porque no encontraba el germinado ni el jengibre que son los que le dan el sabor a la comida. Unos me tomaron a loco, pero otros no porque sabían que había trabajado en la cocina y que conocía la receta para hacer la salsa. Terminaron asombrados porque vieron que mucha gente empezó a llegar de Ixtlán, Guelatao, Analco, Atepec, Macuiltianguis, Quiotepec y Yólox, pues mucha gente de esos pueblos también anduvieron en Estados Unidos. Y otros que no conocían la comida, llegaron, les gustó y ya tengo la clientela.


–¿Ya no vuelve a Estados Unidos?


–No, con lo que saco estoy bien. Además, las amenazas de Donald Trump preocupan a uno. Está mal el señor, porque los mexicanos son los que más trabajan y menos cobran.


–Entonces, ¿no es justo?


 


Claro que no es justo, hacen el trabajo mejor que el estadunidense y de cualquier otro país. El mexicano es el que más se entrega en el trabajo. Y si los deportan, acá habrá una fuerte crisis porque no hay trabajo ni oportunidades; por eso se va uno para allá, no por gusto.
 



Exitosa alternativa


Otro indígena zapoteco de este pueblo, Hugo Pérez Pérez, migró en 1989 a los Estados Unidos. Inicialmente, llegó a Monrovia, California, donde igualmente trabajó en un restaurante chino, pero posteriormente partió también a Salt Lake City, Utah. Ahí, trabajó de todo, hasta aprender el arte culinario de ese país asiático que tiene como características principales sus colores, olores y sabores.


En 2011, al regresar de una de sus aventuras por los Estados Unidos, su paisana Sofía García Hernández, quien aún permanece en Los Ángeles, California, le propuso asociarse para establecer el segundo restaurante de comida china.


“Como vi que ya no había otra opción, otra oportunidad, pues acepté, porque además es lo que sé hacer. Pensaron que estábamos medio locos, pero ha habido buena respuesta de los propios migrantes que ya regresaron o de la gente que pasa por la carretera”, refiere.
–Entonces, ¿ya no vuelve a los Estados Unidos?


–No, creo que ya no. Aparte de que el presidente Donald Trump ya la agarró contra los migrantes mexicanos, a pesar de ser quienes mueven la economía de ese país; si lo hace, seguramente habrá una crisis económica. Además, si deporta a los que aún están ahí, a ver si los estadunidenses hacen el trabajo que nosotros hacemos allá.

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