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Oaxaca de Juárez, una trampa para débiles visuales

Foto(s): Cortesía
Nadia Altamirano Díaz

Cada vez que Carla Giovana Cristóbal y Vladimir Martínez López salen de su casa, comprueban que los débiles visuales no son prioridad para las autoridades. La falta adecuaciones que la ciudad y el transporte público sean accesibles a este grupo lo demuestran.


 


¿Qué haría a la ciudad más accesible?


 


Pavimento táctil. Sirve para identificar pasos peatonales, paradas de autobuses, entradas de edificios y jardines, esquinas y cruces de banqueta, escaleras, cabinas telefónicas y rampas.

Un sistema de transporte público que cumplen con las normas de accesibilidad internacionales.

Semáforos sonoros.

Banquetas en buen estado y libres de obstáculos


 


Las cicatrices arriba de la ceja derecha de Vladimir conforman la huella de los golpes que ha acumulado en 32 años de vida, por la falta de accesibilidad en las calles de la ciudad de Oaxaca.


Hace apenas un año, en una baqueta aledaña a la carretera federal 190 que divide las colonias de América Norte y Sur, Vladimir cayó dentro de un registro porque le faltaba la tapa.


 



Vladimir sabe que es ciego total, pero lo que encuentra en las autoridades es una ceguera institucional. FOTO: Carlos Román Velasco

 


Se lastimó parte del tobillo y rodilla izquierda, escuchó los silbatos de agentes de la policía vial alrededor, se les acercó sin lograr atención. Se colocó media hora sobre la cinta asfáltica para externar su inconformidad, pero no logró nada.
 


La jungla urbanas


Las limitantes que viven las personas con discapacidad visual inician desde que salen de su casa, caminan por calles en mal estado u obstruidas o intentan utilizar el transporte público.


“El conductor del autobús te cierra la puerta”, además de que ninguna unidad cuenta con rampas o ingreso a autobuses a nivel de la banqueta, guías táctiles, alarmas acústicas o pasamanos llamativos.


A las malas condiciones de las banquetas se suman las barreras físicas de un comercio informal desordenado que invade pasos peatonales o maniquíes, mesas y anuncios que colocan tiendas sin dimensionar que dificultan la movilidad de una persona con discapacidad visual.


 



En vez de pavimento táctil, banquetas en mal estado ofrece la ciudad a las personas con discapacidad visual. FOTO: Carlos Román Velasco

 


“La vaquita es para llamar la atención del negocio, hay gente que se detiene a tocar su campanita o a tomarse fotos”, justifica Artemio, empleado de una tienda de lácteos cuando se le pregunta si cree que la réplica de una vaca que tiene amarrada a la pared del negocio es un obstáculo urbano.


Vladimir opina lo contrario, en su caminar la cabeza de esa vaca lo hizo detenerse porque con su bastón no alcanzó a detectar que en la calle había un obstáculo.
 


Golpe avisa


¡Aguas, aguas! grita de golpe una mujer que no alcanza a detener la marcha de Vladimir, quien en la calle de Porfirio Díaz, en el Centro Histórico, topa de golpe con una mesa pegada a la pared de una tienda de ropa, un “mostrenco” que deberían recoger los elementos viales.


 



Un puesto invade el paso peatonal, pero no hay autoridad que sancione u obligue a su propietaria a moverlo. FOTO: Carlos Román Velasco

 


Por determinados momentos Giovana camina delante o detrás de Vladimir, su esposo. Ella es la menos experimentada para andar sola en la calle.


Ambos han desarrollado la habilidad de tener en su cabeza un mapa mental en la ciudad, las placas con los nombres de las calles escritos en sistema Braille se concentran en una parte del Centro Histórico, no más.


Como la mayoría de semáforos sonoros dejaron de funcionar, en su mente cada quien calcula entre 30 o 45 segundos para cruzar la calle, donde se implementó el uno por uno es todavía más complicado porque no todos los conductores ceden el paso.


Si lograr cruzar la calle, no es raro chocar de frente con un puesto ambulante, sobre todo de comida que invade el paso peatonal.


 


58% de los discapacitados en Oaxaca son dèbiles visuales


55% de los discapacitados hombres son débiles visuales


34% de los discapacitados oaxaqueños son indígenas


80% de los discapacitados están inscritos al sistema de salud


36% de oaxaqueños discapacitados en edad escolar asiste a la escuela




 


Indiferencia ciudadana


“¡Tranquilo, no pasa nada!”, el lo único que dice una joven que estacionó su triciclo justo sobre un costado peatonal de la esquina de Las Casas y 20 de noviembre. No hay ningún agente vial o inspector que la mueva de ahí.


 



De cada diez calles que cruzan Vladimir y Giovana, sólo en una reciben ayuda. FOTO: Carlos Román Velasco

 


“Todo tiene que ver con la educación que recibimos en casa, a mí mi mamá me enseñó a ser humana y trato de ponerme en su lugar”, expresa Teresa Sierra, que soltó el pan con que preparaba una torta para ayudar a Vladimir y a Giovana a terminar de cruzar la calle.


Vender en la calle le permite saber que la ciudad no es accesible para débiles visuales, apenas la semana pasada taparon un hoyo en la banqueta en el que cayó una persona con muletas.


En vez de pavimentos táctiles que les proporciones información sobre las barreras arquitectónicas, las personas con debilidad visual encuentran a su paso banquetas en mal estado o invadidas con obstáculos con los que chocan de golpe, muchas veces ante la indiferencia de personas que pueden mirar y ayudar, pero prefieren no ver.

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