En su visita a Oaxaca para inaugurar la edición número 20, la directora del Festival Internacional de Cabaret, Luz Elena Aranda, habló sobre los retos, logros y sobre la presencia de este encuentro, por primera vez en Oaxaca y Tijuana, como sedes alternas a la Ciudad de México, del festival.
Cierta de que este festival hace grandes aportes a la escena cabaretera del país y que desde Oaxaca se están enunciando grandes mensajes desde el cabaret, el festival apostó por tener a esta ciudad como sede, pero más allá de traer producciones de la Ciudad de México, se trata de un intercambio. “No venimos de la Ciudad de México a traerles cabaret, sino que valoramos lo que está sucediendo aquí y nos lo llevamos allá”:
-Oaxaca tiene una efervescencia cultural única ¿cómo llega el festival a la ciudad?
-Oaxaca tiene mucha actividad cultural, sí. La idea es descentralizar, pero tiene más que ver con un intercambio. Elegimos Oaxaca y Tijuana por la posibilidad de tener un espectáculo y en el caso de esta ciudad, dimos un taller. A la Ciudad de México van dos obras de Oaxaca, una de la compañía Nopal con flor, “Madame Juana Cata”; y otra de César Enríquez y Luis Montalvo, el espectáculo de cabaret “Mi hermana muxe”, que trabajaron con un grupo de muxes.
Más que traer los shows, lo que buscamos es cómo generar intercambios y cómo fortalecer el movimiento cabaretero en otros lados. Era importante que sucedieran cosas en Oaxaca y no sólo que recibiera. Lo mismo sucede en Tijuana. En la frontera hay un movimiento burlesquero y draga muy fuerte. Se trata de abrir espacios y generar un intercambio más para que el festival salga y lleve todo a todos lados.
-Llevan 20 ediciones, en dos décadas ¿cómo ha cambiado el público de cabaret?
-Ha cambiado mucho la escena cabaretera. Hace 20 años, el festival arrancó como un encuentro, donde se presentaron tres espectáculos, todos dirigidos por las Reinas chulas y actuados por las chicas y chicos que estaban tomando talleres de cabaret y escrito por los que habían salido. A lo largo de 20 años, el cabaret se ha posicionado como un género muy importante y la cantidad de grupos que hacen cabaret es mucha, el público ha crecido. Ahora tenemos 44 espectáculos, 36 compañías de cabaret, dos de Oaxaca, dos de Tijuana, dos de San Luis, una de Morelos, otra del Estado de México, es decir, la gente que hace cabaret ha crecido mucho.
-¿Cuál es la fuerza que tiene el cabaret?
-El cabaret es un género teatral que te permite mostrar un punto de vista de la realidad, hablar de lo que te duele, lo que no te gusta, hay que cambiar, desde un lugar divertido, retador y desde un lugar para que te rías de la situación, la analices y la reflexiones. Es un género que resulta muy cercano a la gente; en ese sentido, la gente escucha cabaret y piensa en plumas, onda burlesque y striptisse, que tiene que ver con el cabaret de los años 20 y sí es eso, pero cuando la gente entiende que el cabaret tiene que ver con lo que le está pasando de manera personal, es un público que se queda. El cabaret es muy cercano, te confronta e interpela directamente. Ha cambiado mucho; ahora, por ejemplo, se ve el videomapping; en temas hay un montón de cabaret para niñas y niños, sobre temas como el bullying, que les interpela y a la vez, les hace reír. Es la misma premisa.
-¿El mexicano está más abierto a reírse de sí mismo que antes?
-No sé si estamos más abiertos ahora que antes. El cabaret, como nosotras lo concebimos, tiene que ver con el teatro de carpa, este género mexicano único en el mundo, en el que los carperos y carpetas salían a provincia, en la época de la revolución y a donde llegaban la gente salía con sus sillas. Presentaban sketches cómicos sobre lo que pasaba en la escena política del país. Esa era la manera de hablar de las noticias, del escenario político y de reírnos de lo que estaba pasando. De ahí salieron Cantinflas, la familia Pardavé, Tin Tan y Vitola, ellos fueron carperos antes de llegar al teatro de revista y posteriormente al cine.
"Así que nosotras pensamos que el cabaret es de esa manera. Desde ese entonces, la gente ya estaba abierta para escuchar y reírse de lo que estaba pasando, para reflexionar. Lo que creo es que ahora hay mucha más oferta para ir a ver y eso es maravilloso porque eso ha generado espacios como el festival, pero la banda cabaretera está haciendo en todos los lados del país y está entrenando a la gente para que escuche y se ría. No sé si la audiencia ha cambiado en ese sentido, pero sí la oferta ha crecido un montón".
-¿Consideras que el cabaret es un género empujado por mujeres?
-Pienso que sí es un movimiento impulsado por mujeres. Lo que se ha acentuado en los últimos cinco años son los grupos de mujeres que están haciendo cabaret o cabaret feminista. Hay muchos más grupos de sólo mujeres haciendo un cabaret que habla de género, del patriarcado, de estructuras machistas y sí más mujeres trabajando con mujeres, haciendo cabaret.
-¿Cuáles son los financiamientos del festival?
-El tema de los apoyos ha sido difícil. Hay ediciones que tenemos y otras que de plano no, como la del año pasado. Ahora es una coproducción entre la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México y del Profest, de la Secretaría de Cultura federal. Lo que busca el festival es salir a dar funciones gratuitas para que la gente lo vea y además refrendar su compromiso con la gente, que es el mismo que tenía el teatro de carpa cuando iba a las comunidades, montaba sus carpas y la gente llegaba a verlo. Ese es el compromiso del festival.
"Lo único que queremos es dar funciones gratuitas, pero para darlas debemos tener una instancia que nos sostenga. El teatro en este país está precarizado, por ello necesitamos las instancias que nos sostengan para que actrices, directores y directoras puedan dar funciones de entrada libre. Entonces tenemos teatros llenos con la gente riéndose y pensando al mismo tiempo. ¿Qué queremos hacer con el festival? Hacer del mundo un cabaret y eso es lo que sucede cuando tenemos estas funciones".
