Por: Yanireth Israde
CIUDAD DE MÉXICO.- La curaduría feminista no solamente implica incluir más mujeres artistas o identidades sexuales diversas en exposiciones, sino contar historias de manera distinta, advierte la especialista Karen Cordero Reiman, nacida en Nueva York en 1957 pero radicada desde los años 80 en México, donde se afianzaron sus "anteojos de género".
"Obviamente hacen falta más mujeres artistas en los museos, en las exposiciones, más información, más investigación, y que se visibilice esa investigación; hace falta que los museos y los espacios en el sistema artístico se den cuenta de que hay un proceso sistemático de invisibilización de mujeres artistas y lo que implica eso", señala la curadora.
"Pero, en paralelo, hay que preguntarnos cómo cambia la historia del arte cuando incluimos otros actores y obras, además de reflexionar sobre el papel que ha jugado el arte en construir y formar parte de un sistema desigual".
Porque el arte puede contribuir a desigualdades tanto de género como de clase, entre otras, aclara Cordero Reiman, y reconocerlas, añade, propiciaría un cambio en las exposiciones presentadas.
Visiones icónicas de la maternidad, por ejemplo, o los desnudos masculinos heroicos, ameritan un análisis que exponga los estereotipos que contienen para desmontarlos y perfilar opciones, señala la también crítica de arte, quien se desempeñó como académica de la Universidad Iberoamericana de 1985 a 2017, año en que se jubiló.
"(Es) un cambio de mirada, de la manera de entender los públicos y que involucre el mostrar obras que participen de una transformación, que han sido invisibilizadas u otras que se están haciendo ahora a partir de una conciencia más plena de género y en una sociedad donde ya puede haber esas posibilidades de crear otros modelos del sistema artístico", añade la curadora de muestras que destacan el legado de creadoras como Fanny Rabel y Anita Brenner, o de temas que promueven esta reflexión, como los abordados en la exposición El cuerpo aludido, un parteaguas en la curaduría mexicana, alojada en el Museo Nacional de Arte en 2009.
Camino al cambio
Esta transformación en la mirada, pondera, puede ocurrir dentro de las instituciones o fuera de ellas.
"El arte, con el movimiento feminista, ha funcionado en mucho creando otras estructuras que permitan nombrar, visibilizar y transformar las experiencias de las mujeres desde una postura de horizontalidad y solidaridad que dista mucho de las estructuras autoritarias y jerárquicas que rigen mucho de nuestras sociedad, incluyendo el sistema artístico", dice Cordero Reiman.
Al público, estas transformaciones lo sitúan de otro modo ante una muestra, incluso la manera de andar o colocarse ante una obra puede ser diferente, señala.
"(Se trata de) sacar al público de las ideas preconcebidas del museo -para muchos acudir es una experiencia aburrida o intimidante-, y que no se limite a decir: '¡Qué bonito o qué feo o qué aburrido o qué interesante!', sino que la experiencia implique el cuerpo, los sentidos, la cognición, la imaginación, el movimiento y la posibilidad de hacer relaciones o diálogos entre obras".
Karen Cordero gusta de poner los ojos en las transformaciones. "Siempre me ha interesado cómo el arte transforma tu manera de ver; cuando empecé a estudiar historia del arte, lo que me motivo a seguir después de un primer curso fue que todo lo que había aprendido transformó mi manera de ver".
Ahora ella, como curadora e investigadora, contribuye a esas transformaciones que aclaran y amplían la mirada: forja esos "anteojos de género", tan necesarios ante la miopía imperante.
Entre otras exposiciones que ha curado Cordero Reiman, destacan (Re)generando... Narrativas e imaginarios, Mujeres en diálogo, actualmente en exhibición en el Museo Kaluz, y Autorretrato con consciencia: Mujeres, género y feminismos, que presentó este año en el Centro de la imagen a partir de material fotográfico producido por mujeres integrantes del Consejo Mexicano de Fotografía, muestra de la cual prepara un libro.
