En los tiempos de la desconexión con la realidad por el abuso del celular, para el escritor e ilustrador colombiano Ivar Da Coll, el libro infantil debe ser una obra de arte que una niña o niño manipule sin restricciones, pero también un vehículo que lo enganche a la lectura.
“Tiene que ser un producto de una calidad estética respetuosa”, expresa convencido de que ese es el trato que merecen las infancias, a quienes se les sigue considerando un grupo aparte, “cuando son nuestros pares”.
“El libro tiene una particularidad: cuando engancha a un niño, tiene más posibilidades que no se aferre a un teléfono”, porque en la era digital postpandemia, “a mí lo que más me preocupa es eso de estar supeditados a un aparato”.
Por ello, la literatura básicamente es placer, un aprendizaje sin darse cuenta. "El libro propicia un encuentro de placer, de dicha y de gozo” y para él su obra favorita es: “¡No, no fui yo!”, porque además de ser muy lograda, le generó diversión al hacerla y es una metáfora de la evasión de responsabilidades que suele ser una constante en Latinoamérica.
“Nadie tiene responsabilidad de nada, nunca vemos que las personas, sobre todo políticos, admitan sus errores”, reconoce Ivar Da Coll, un escritor con ascendencia sueca e italiana.
Le gusta hacer libros para niños porque “en una pequeñísima escala se está contribuyendo a sensibilizar a quienes los leen”, pero él ha cuidado hacerlo sin invocar a su niño interior, una palabrería en la que no cree.
“No pienso que un autor que seriamente se dedica a la literatura infantil tiene un niño que se sobreponga al adulto que ya es”, dice en entrevista exclusiva con NOTICIAS Voz e Imagen de Oaxaca.
Su capacidad de manejar el lenguaje escrito y el de las imágenes, le ha permitido a Ivar Da Coll crear libros con Chigüiro, un roedor de gran tamaño que en su trazo tiene un nivel de detalle que no necesita palabras para narrar una historia plagada de emociones del autor.
Ahora mismo, Ivar Da Coll tiene dos libros en el tintero, pero uno, el que empezó a trabajar en 2021, espera que salga de la imprenta en 2023 y el otro, en el que lleva más de diez años, puede demorar todavía más.
“Una constante que hay en mi obra es la amistad como un soporte de los seres humanos” y el que está próximo a salir “habla de muchas cosas, como el afecto, el abandono, la esperanza, la empatía y el sentido de pertenencia que pueden ayudar a las personas a vivir mejor”, temas que admite, “siempre me han preocupado”.
Con un número impreciso de libros que ha creado sin una fijación de contarlos, advierte que un escritor de literatura infantil y juvenil suele enfrentarse a la trampa de escribir sobre valores y volver a la literatura didáctica y aburrida, lo que hace que las y los niños huyan.
La edición 42 de la Feria Internacional del Libro de Oaxaca (FILO) le rinde un homenaje este sábado a las 17:00 horas, al segundo día de arrancadas las actividades de un encuentro de letras que por dos años se limitó a la virtualidad.
“Los homenajes como los premios son significativos en cuanto sirvan para promover la obra y que atraiga más lectores, porque se hace un trabajo no para vanagloriarse ni para ser más importante”, exclama con la claridad de saber que un artista tiene indirectamente la misión de sensibilizar.
