Pasar al contenido principal
x

Cuentos del Doctor Lector: Librín, el cuentacuentos mágico

libro
Foto(s): Cortesía
Redacción

Francisco C. Ortega González / Última de dos partes

Librín tuvo noches de desvelo, a veces tan sólo iluminado por una vela, pero él siempre orgulloso, mostraba su cuerpo y sus estampas.

Acompañó y animó a niños en orfanatorios, a otros enfermos o moribundos en los hospitales, alegrándoles por algunos momentos y compartiendo su dolor y su sufrimiento; a ancianos olvidados en los asilos, recordándoles su infancia con momentos y hechos inolvidables. Cada vez que alguien abría sus páginas él se mostraba feliz; cuando un niño se internaba en su interior, imaginaba y se forjaba historias, Librín crecía y engordaba, poco a poco se fue llenando de más estampas, de figuras, letras y símbolos. Pasó algunos veranos en la biblioteca de un crucero que recorría los océanos, ahí conoció a gente de muchas partes del mundo, que le hablaban y lo leían en diferentes idiomas, algunos escribían su nombre o algún mensaje en sus páginas o le subrayaban renglones y Librín se enriquecía.

Lo encontré en un tiradero de libros usados, oculto entre otros tantos, fue una atracción mutua, lo rescaté y lo llevé conmigo; con frecuencia lo hojeo y platicamos, nos contamos nuestras historias, nuestros recuerdos y vivencias. Es un gran amigo, duerme en una pequeña biblioteca que tengo en la sala de espera de mi consultorio, de repente se desaparece por semanas y me preocupa que algún día ya no regrese, pero vuelve, más viejo, más gordo, más ajado, revitalizado, más lleno de vida y con más cosas que contar, ya no sólo a niños, sino a personas de cualquier edad. Dejó de ser Librín para convertirse en un Gran Libro, con muchos conocimientos, más viejo, más sabio, pero sigue conservando su alma y corazón de niño.

Librín, al igual que cualquier otro libro, no debe morir.

 [email protected]

Noticias ¡Cerca de ti!

Conoce los servicios publicitarios que impulsarán tu marca a otro nivel.