Rodrigo Velásquez Torres
La semana pasada, el mundo cultural mexicano se vio sacudido por la terrible (aunque esperada) noticia del fallecimiento de José Agustín, uno de los escritores mexicanos de mayor peso generacional durante el siglo pasado, cuyos textos y reflexiones continúan siendo punto de encuentro para estudiosos de la literatura nacional y de los procesos históricos de la misma.
La voz lírica y personal de José Agustín se caracterizó por su lenguaje coloquial, rebeldía, crítica social y una fuerte conexión con la cultura popular, especialmente el rock y los psicotrópicos. Algunas de sus obras más conocidas son "La tumba", "De perfil", "Se está haciendo tarde", "La contracultura en México", "La tragicomedia mexicana I, II, y III".
José Agustín representa la juventud de aquellos años, aquella que rompió estereotipos y cambió al mundo para siempre, aunque después todo siguió igual.
Su libro "La contracultura en México" es un ensayo que aborda diversos movimientos y expresiones culturales que se opusieron o se marginaron de la cultura oficial o hegemónica. Desde los pachucos y los existencialistas hasta los jipis y los punks. En el ensayo se analiza el contexto histórico, político, económico y social de cada época, así como las influencias externas, especialmente de Estados Unidos, que marcaron el desarrollo de la contracultura mexicana.
"La Tragicomedia mexicana" narra la historia de México desde 1940 hasta 1994, con un tono irónico, satírico y mordaz. Analiza acontecimientos políticos, personajes públicos, escándalos, crisis, reformas, protestas, represiones, celebridades, espectáculos, deportes, música, moda, cine, televisión, literatura y la vida cotidiana (sí, todas esas cosas) de los mexicanos en cada periodo. Esta trilogía es un resumen puntual de la historia del México postrevolucionario, y está destinada a ser considerara obra clave para entender el México del futuro.
La muerte de José Agustín representa la caída de los últimos pilares en la vida cultural y literaria mexicana de la segunda mitad del siglo pasado; brillando todavía quedan Margo Glantz, Elena Poniatowska, su viuda Margarita Dalton (entre otras y otros escritores de la época que en este momento escapan a mi memoria); mi punto es: La transformación cultural en México es inminente ante la muerte de las últimas vacas sagradas. Es necesario poner atención a las nuevas voces en la literatura crítica, aquella que pone en tela de juicio el status quo y se atreva a quebrarlo, solo así se trasciende en esta vida: quebrando lo establecido, aunque después todo siga igual.
México y el mundo han cambiado mucho desde la segunda mitad del siglo pasado a este (casi) primer cuarto del siglo XXI, pero todo sigue igual. El mundo retratado en las letras de José Agustín representa la vida y la mentalidad de la sociedad de aquella época, la cual ha dado un giro de 180 grados para transformarse por completo, desde el cómo se habla hasta la moda, aunque en el fondo los problemas siguen siendo los mismos: La juventud sigue siendo (afortunadamente) rebelde, siguen las manifestaciones, las marchas, sigue también la represión, la poca tolerancia. La crueldad del ciclo de la vida social continúa su marcha, hacen falta nuevas voces que retraten esta nueva realidad social.
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