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Entrega Pergentino José una novela cargada de sensibilidad poética

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Foto(s): Cortesía
Carina Pérez García

“Solo somos sombras” (Almadía) es la nueva novela de Pergentino José (1981, San Agustín Loxicha, Oaxaca), en la que aborda temas como la memoria y abreva de los recuerdos, de la musicalidad de su lengua materna, el zapoteco. Es una obra imaginativa que se sostiene en la lógica de la literatura, pero también a manera de homenaje a la tradición literaria.

La premisa de esta novela, la primera del escritor, es que en medio de un brote de viruela que amenaza con diezmar la población de una comunidad zapoteca, Lisnit y Néstor deben luchar para hacer posible el amor que se profesan. Víctimas de la violencia estatal, los amantes lidian con los traumas de la ira infligida sobre sus cuerpos y su memoria. 

La pasión de Pergentino José

En entrevista, Pergentino José habla con pasión sobre esta entrega, novedad de Almadía, la cual llega después de “Hormigas rojas”, su celebrada colección de cuentos. Además, se trata de una primera novela en la que el español, inoculado de una lengua a otra "el zapoteco", adquiere una vitalidad y un ritmo únicos. 

 

Construcción de la obra

Construida a partir de elipsis y fragmentos, “Solo somos sombras” es una novela sobre la opacidad de la memoria, las veladuras que el tiempo corre sobre ella y el destino de evanescencia al que nos condena

El escritor bilingüe habla del proceso de esta novela, de sus entresijos, de los vericuetos literarios y de su entusiasmo al escribirla. 

Vivencias tras el lenguaje

-¿Cómo fue el proceso de escritura de tu primera novela?

-De mi primer libro de cuentos “Hormigas rojas” hay personajes que aparecen en esta novela, que están ahí una y otra vez. Como escritor, pienso que si en el libro de cuentos no se pudieron contener, es mejor seguir a esos personajes, es decir, a Lisnit y a Néstor, que aparecen en la novela.

-Una década después de haber escrito “Hormigas rojas”, cómo surgió “Solo somos sombras”.

-Hay dos momentos… Yo no pude haber escrito nada, porque nada se sostiene sólo en el lenguaje, porque cotidianamente uno está. Con el lenguaje pocas cosas pueden sobrevivir. Tras el lenguaje debe de haber vivencias y es lo que soy yo. Desde el 2011 que salió “Hormigas rojas”, al 2020 hay más experiencias y son las que trato de plasmar en la novela.

El escritor es un observador de la realidad

-Memoria, recuerdos e imaginación están presentes en esta novela; ¿por qué abordas estos temas?

-Creo que para mí lo más importante en una obra literaria es la imaginación. “Solo somos sombras” es una obra imaginativa que debe sostenerse sólo con la lógica literaria, puede haber muchos momentos, pero a fin de cuentas, el escritor es un observador de la realidad, esa realidad tiene que estar decantada en el lenguaje. Lo que le puedo ofrecer al lector son esos espacios en la imaginación, esos relieves que están ahí expuestos, esta forma en la que van entrecruzando la vida de Lisnit y Néstor, y la de todos los personajes secundarios. 

-Sorprendes al lector con una novela no lineal.

-Yo propongo desde la primera página hasta el fragmento número 44, llevar al lector por un largo viaje. Desde la primera página, al final tuve muy presente lo que les quiero contar. Lo único que propongo en “Solo somos sombras” es que no es una cosa lineal, no es el realismo al que nos tiene acostumbrada la literatura contemporánea, un realismo que avanza del punto a, al punto b y luego al c; no, sino que aquí se están moviendo las piezas a varios lados y una historia. Que si es memoria, recuerdos, vivencias o lenguaje de la ruralidad, porque sí es la ciudad ficcionada, es algo que creo que cada lector va trastocando. 

-¿A qué búsquedas te enfrentaste durante el proceso de escritura?

-Hay mucha búsqueda ahí… Dolor, sufrimiento, muchas cosas que están los personajes sufriendo. Me da gusto que todo queda ficcionado ahí, porque muchas de esas cosas no me han pasado, pero a mis personajes sí. Son trastocados una y otra vez por la desgracia. Yo creo que todos, como lo proponen mis personajes, todos entendemos un poco de la realidad cuando somos trastocados por esa desgracia. Sólo en la desgracia, en estos grandes problemas, nos vemos. Entendemos muchas cosas de la realidad hasta cuando nos sucede una gran desgracia, como la separación que ocurre en la primera línea de la novela: “Los militares separaron a Lisnit y Néstor”, pero en esa separación hay un gran mundo de dolor.

-¿Has escrito una novela del estilo de las que te gusta leer?

-Me preguntaban si aquí hay investigación; por ejemplo, sobre cuánto tiempo me tomó investigar la viruela, porque es uno de los temas, pero toca muchos temas, como la negligencia médica, la depresión, la soledad absoluta, es decir, toca temas muy universales. En la literatura no se investiga, sino se lee y lo que propone “Solo somos sombras” es como una conversación con la tradición literaria; uno se debe a los que ha leído, a Kafka, a Sábato… uno siempre está en deuda con esos que ha leído.

-Has sido promotor de la lengua, en este camino  y con tu popularidad, ¿cómo vives y abrir brecha?

-Cotidianamente uno vuelve a las expresiones. Está en contacto continuo con el lenguaje y sabe que el lenguaje es profundo. Yo valoro muchísimo que mi lengua materna es el zapoteco de Loxicha, así que hay cosas bellísimas ahí, hay todo un mundo y lo he dicho una y otra vez, pero ese mundo pertenece a la absoluta oralidad. Yo, en este momento podría cambiar mi discurso y decir cosas hermosísimas en zapoteco y me entendería yo mismo, quizá si lo escribiera lo haría entender a dos personas más… en ello me da dolor de que muchas de mis ideas sólo pueden ser comprendidas en expresiones en zapoteco. En la novela hay expresiones en mi lengua, son sólo como murmullos. 

 

"Uno como escritor se debe a sus lectores y si pusiera todo en zapoteco ganaría muchas cosas desde la oralidad del zapoteco, pero en el contenido que está en otra lengua y tonalidad se pierde, aparece el profundo significado, la ritualidad y las deidades zapotecas. Hablo por ejemplo, del pueblo donde suceden los hechos Quelobee, el pueblo de la piedra sagrada, que es una deidad para los zapotecos de Loxicha, por eso prefiero mantenerlo a ese nivel". 

Un libro sobre la opacidad y la memoria

Con una estrategia estilística tan arriesgada como precisa, José nos ofrece los contornos de una trama intensa; la sombra en la que, gracias a su densidad y lirismo, somos capaces de reconocer temas urgentes para nuestras sociedades: el pasado colonial, el desplazamiento de comunidades enteras para la extracción de recursos naturales, la aniquilación de cosmogonías no capitalistas y el trauma del despojo y la miseria que estos procesos conllevan.

 

“Las historias de amor inacabadas, los amores pendientes, las familias quebradas, la locura de la pérdida. La maldición de las realidades impuestas, extranjeras, persiste en este libro que es, sin lugar a dudas, testimonio y memoria de un pueblo”.

Clyo Mendoza

 

Conócelo

Pergentino José (Oaxaca, México, 1981) es autor de Nyak mblaabna/Y supe qué responder (Libros del Rincón-sEr, 2006) en versión bilingüe zapoteco-español.

En 2012 publicó el libro de relatos "Hormigas rojas" (Almadía) y en 2016 el poemario "le ntiù/ Flor de zarzamora" (Calamus, 2016). Fue miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte emisión 2017, en la categoría de Letras en Lenguas Indígenas.

En 2020 fue publicada la traducción al inglés de "Hormigas rojas/Red ants" por la editorial Deep Vellum (Dallas, Texas). Parte de su obra ha sido publicada en la antología México 20: New voices Old traditions (Pushk Press, 2015) y en las publicaciones especializadas Magazine y Neue Rundschau.

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