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Cuentos del Doctor Lector: Las aventuras de Rocko

Cuentos del Doctor Lector
Foto(s): Cortesía
Redacción

Última de dos partes

Carla Bravo Priego

 

Rocko se puso alerta, sacudió la cabeza, bailoteó las orejas y salió como ráfaga hacia la calle; Luis lo vio, le gritó; Rocko siguió su carrera buscando las campanas. Luis quiso salir corriendo tras él mientras le avisaba a su mamá, quien no lo dejó, sin antes ponerse el cubrebocas y la mascarilla; se los pusieron ambos.

Salieron a toda prisa, cada uno tomó un camino distinto, recorrieron las calles, preguntaron en las casas, buscaban abajo de los coches estacionados. Preguntaban a las personas si habían visto a Rocko dándoles sus características; sintieron desconcierto al notar que muchas no llevaban protección, como si gozaran de inmunidad.

Luis ya estaba desesperado, pues aunque llamaba a su querido amigo, no escuchaba sus ladridos. Por otro lado, Lidia le gritó hasta enronquecer inútilmente. Mientras tanto, Rocko, inundado de libertad y disfrutando el viento sobre su cara, seguía a una perrita; llegaron hasta el parque donde se divirtieron alrededor de una fuente.

 Los dueños de Luna –que es como se llama la perrita- la llamaron, ella salió corriendo en busca de sus amos. Rocko se preguntaba si la volvería a ver, cuando visualizó frente al parque la tienda de don Miguel. Su olfato detectó las tiras de chorizo que colgaban encima del mostrador, corrió apresuradamente tras un bocadillo de ese oloroso manjar. Entró a la tienda arrastrándose sigilosamente hasta llegar al mostrador y por más que saltó y saltó, no pudo alcanzar aquél apetitoso bocado. Entre los saltos, movió unos estantes tirando diversas mercancías; don Miguel hizo grandes aspavientos para que Rocko se saliera de su tienda. 

Entre tanto, Luis y su mamá llegaron al parque donde escucharon los gritos de don Miguel; se llevaron una sorpresa al ver a Rocko con una bolsa de donas en el hocico. 

En ese momento lo llamaron. Rocko mostró su alegría abriendo los ojos y agitando fuertemente su cola. Corrió hacia ellos, pero sin soltar su bolsa de donas.

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