Rafael Alfonso
La Real Academia de la Lengua da como una de las acepciones de la palabra matiné la función cinematográfica que se lleva a cabo por la mañana, aclaración necesaria porque es bien sabido que el horario habitual del cine es vespertino. Estas funciones, hace tiempo que dejaron de realizarse en nuestra ciudad, pero durante mi niñez, fueron mi distracción favorita. Era un tiempo, recordemos, sin internet y con muy poca oferta televisiva; por eso, cuando se daba el caso, me emocionaba asistir al cine por la mañana, donde encontraba alivio tras la contrición propia de la ineludible misa dominical, porque estas funciones se realizaban exclusivamente los domingos.
Las matinés en Oaxaca daban inicio a las 10 de la mañana. Después de la misa hacía el trayecto hasta alguno de los cines, en algunas ocasiones con toda la familia, la más de las veces con mi querido tío Aarón, en aquel tiempo un jovencito de 14 años muy aficionado al séptimo Arte. Tres salas de la ciudad ofrecían estas funciones: el cine Oaxaca, el cine Mitla y Río Cinema. El perfil de estas cintas eran: películas de clasificación “A” y no muy nuevas, de tercera o cuarta corrida, es decir, que ya habían sido reestrenadas varias veces para distintas generaciones de público.
