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Innovan mixtecos y mantienen su cultura estando en Nuevo León

artesanias
Foto(s): Cortesía
Agencia Reforma

Dalia Gutiérrez / Agencia Reforma

MONTERREY, México.- Los alebrijes siempre han sido la pasión de Eduardo López, un hombre de origen mixteco que vive en Juárez, Nuevo León.
 
 Pero cuando dejó su natal Oaxaca para buscar una mejor vida en la ciudad, hace 15 años, se vio obligado a dejar esa actividad y trabajar como guardia de seguridad, pues las artesanías no le daban suficiente para vivir.
 
 La esperanza de volver a hacer aquellas coloridas figuras de animales fantásticos nunca se desvaneció. Y hoy es una realidad.
 
 Junto con su esposa, se dedica a la elaboración y venta de alebrijes que se pueden adquirir en el Callejón del Arte del Barrio Antiguo y por internet. Les va bien, sobre todo porque han sabido reinventar sus artesanías.
 
 "Si queremos estar vigentes, hay que buscar esos cambios", dice Eduardo, de 33 años. "¿Cómo hacerlo para que atrape a nuevas generaciones?".
 
 Esto lo han aprendido en el programa de Empoderamiento Económico de la asociación Zihuame Mochilla, del cual son parte desde hace cuatro años, junto con otras cinco familias mixtecas.
 
 Con esta iniciativa han aprendido desde lo más básico de administración para operar su negocio hasta cómo investigar su mercado para identificar qué innovaciones pueden hacer en sus productos para volverlos más atractivos, sin dejar a un lado su cultura.
 
 Los cambios van desde modificaciones sutiles a los tamaños, formas y colores de las piezas, hasta la creación de nuevas artesanías. Por ejemplo, Eduardo ha transformado memorias USB en alebrijes, decorado termos con arte mixteco y ofrece figuras personalizadas.

Jéssica Díaz, coordinadora del programa de Zihuame, recuerda que cuando esta comunidad se acercó a buscar las capacitaciones les sorprendió darse cuenta de que todas las familias buscaban seguir produciendo artesanías.
 
"En otras comunidades empezaban a emigrar a otros oficios, a otras actividades, que les permitía generar un poco más de ingreso", señala.
 
 "Aquí, todos eran artesanos que querían seguir impulsando ese negocio y nosotros queríamos brindarles las herramientas necesarias".
 
Encontrar su don 

Hace casi 15 años, un grupo de familias dejó San Andrés de la Montaña, Oaxaca, en busca del sueño "regio". Eran unas 20 personas que se instalaron en una calle sin pavimentar del sector La Esperanza, en Juárez, donde levantaron cuartos de madera, lámina y cartón.
 
 Con los años, han recibido apoyos de asociaciones para mejorar sus viviendas, aunque aunque hasta hoy carecen de servicios de agua, drenaje y electricidad.
 
 En aquel entonces intentaban sobrevivir con la venta de sus artesanías mixtecas, como bolsas y canastos hechas de hoja de palma, que vendían en las calles.
 
 Ahora que están en el programa de Zihuame, trabajan en conjunto para no competir entre ellos y cada familia se dedica a una artesanía diferente.
 
 "Zihuame nos cayó como anillo al dedo porque fuimos viendo cuál es tu don o qué es lo que te gusta hacer", cuenta Genaro López, hermano de Eduardo.
 
 Como la mayoría, él hacía bolsas con palma. Ahora usa ese mismo material para fabricar lámparas, sillas y otros muebles que se están vendiendo mejor.
 
 Otra de las familias está conformada por Jorge López Zurita y su madre Gloria, quienes siguen dedicándose a la elaboración de bolsas.
 
 Antes sólo hacían un diseño muy tradicional, que no se vendía mucho. Hoy usan fibras sintéticas para crear modelos más coloridos que atraen a público joven.
 
 "Me da mucho orgullo que las personas más grandes nos enseñen a sentirnos orgullosos de lo que somos y que no nos dé vergüenza hacer una artesanía", dice Jorge, de 19 años.
 
 Las otras familias se dedican a fabricar accesorios como pulseras, aretes y collares.
 
 Hace cinco años, algunos de ellos lograron un espacio en el mercado de Barrio Antiguo.
 
 Durante la pandemia tuvieron que aprender a vender sus productos por internet para seguir vigentes. Se pueden adquirir en la página de Facebook Colectivo Arte y Cultura La Esperanza, agrupación que formaron para trabajar unidos.
 
 "Nosotros no queremos que se pierda nuestra comunidad como mixtecos", expresa Eduardo.
 
 "Sentimos que tenemos que preservarlo porque realmente es muy bonito tenerlo así vivo, que tenerlo en un museo".
 
El valor de su trabajo

 Estos artesanos también han aprendido que su trabajo vale. Y mucho.
 
 "Por decir, la mano de obra", comparte Eduardo. "Nosotros ni sabíamos que existía eso de cobrar el tiempo que estás trabajando".
 
 En particular él ha aprendido cómo llevar la organización de lo que invierte y lo que gana por su trabajo. Antes no tomaba en cuenta nada de esto y muchas veces acababa regalando su trabajo sin saberlo.
 
 Cuenta que este tipo de errores ocurren con frecuencia dentro de las comunidades indígenas, pues no tienen educación financiera.
 
 "Hemos visto también del tema del regateo", agrega Genaro.
 
 "Yo no contaba con que a veces perdías una hora o dos de tu trabajo, material que le metes".
 
 Ahora saben calcular el valor de su trabajo y cobrar lo justo por ello.
 
 Hoy saben que además de ser artesanos, son artistas. En un futuro, les gustaría tener su propia galería.
 
 "En este colectivo estamos muy contentos de lo que somos", expresa Eduardo.
 
 "Somos indígenas mixtecos de Oaxaca y nos da mucho orgullo de serlo".

 

 "Somos indígenas mixtecos de Oaxaca y nos da mucho orgullo de serlo". Eduardo López, Artesano oaxaqueño

 La esperanza de volver a hacer aquellas coloridas figuras de animales fantásticos nunca se desvaneció. Y hoy es una realidad.
 
 Junto con su esposa, se dedica a la elaboración y venta de alebrijes que se pueden adquirir en el Callejón del Arte del Barrio Antiguo y por internet. Les va bien, sobre todo porque han sabido reinventar sus artesanías.
 
 "Si queremos estar vigentes, hay que buscar esos cambios", dice Eduardo, de 33 años. "¿Cómo hacerlo para que atrape a nuevas generaciones?".
 
 Esto lo han aprendido en el programa de Empoderamiento Económico de la asociación Zihuame Mochilla, del cual son parte desde hace cuatro años, junto con otras cinco familias mixtecas.

 Con los años, han recibido apoyos de asociaciones para mejorar sus viviendas, aunque aunque hasta hoy carecen de servicios de agua, drenaje y electricidad.
 
 En aquel entonces intentaban sobrevivir con la venta de sus artesanías mixtecas, como bolsas y canastos hechas de hoja de palma, que vendían en las calles.
 
 Ahora que están en el programa de Zihuame, trabajan en conjunto para no competir entre ellos y cada familia se dedica a una artesanía diferente.
 
 "Zihuame nos cayó como anillo al dedo porque fuimos viendo cuál es tu don o qué es lo que te gusta hacer", cuenta Genaro López, hermano de Eduardo.
 
 Como la mayoría, él hacía bolsas con palma. Ahora usa ese mismo material para fabricar lámparas, sillas y otros muebles que se están vendiendo mejor.
 
 Otra de las familias está conformada por Jorge López Zurita y su madre Gloria, quienes siguen dedicándose a la elaboración de bolsas.
 
 Antes sólo hacían un diseño muy tradicional, que no se vendía mucho. Hoy usan fibras sintéticas para crear modelos más coloridos que atraen a público joven.
 
 "Me da mucho orgullo que las personas más grandes nos enseñen a sentirnos orgullosos de lo que somos y que no nos dé vergüenza hacer una artesanía", dice Jorge, de 19 años.
 
 Las otras familias se dedican a fabricar accesorios como pulseras, aretes y collares.
 
 Hace cinco años, algunos de ellos lograron un espacio en el mercado de Barrio Antiguo.
 
 Durante la pandemia tuvieron que aprender a vender sus productos por internet para seguir vigentes. Se pueden adquirir en la página de Facebook Colectivo Arte y Cultura La Esperanza, agrupación que formaron para trabajar unidos.
 
 "Nosotros no queremos que se pierda nuestra comunidad como mixtecos", expresa Eduardo.
 
 "Sentimos que tenemos que preservarlo porque realmente es muy bonito tenerlo así vivo, que tenerlo en un museo".
 
El valor de su trabajo

 Estos artesanos también han aprendido que su trabajo vale. Y mucho.
 
 "Por decir, la mano de obra", comparte Eduardo. "Nosotros ni sabíamos que existía eso de cobrar el tiempo que estás trabajando".
 
 En particular él ha aprendido cómo llevar la organización de lo que invierte y lo que gana por su trabajo. Antes no tomaba en cuenta nada de esto y muchas veces acababa regalando su trabajo sin saberlo.
 
 Cuenta que este tipo de errores ocurren con frecuencia dentro de las comunidades indígenas, pues no tienen educación financiera.
 
 "Hemos visto también del tema del regateo", agrega Genaro.
 
 "Yo no contaba con que a veces perdías una hora o dos de tu trabajo, material que le metes".
 
 Ahora saben calcular el valor de su trabajo y cobrar lo justo por ello.
 
 Hoy saben que además de ser artesanos, son artistas. En un futuro, les gustaría tener su propia galería.
 
 "En este colectivo estamos muy contentos de lo que somos", expresa Eduardo.
 
 "Somos indígenas mixtecos de Oaxaca y nos da mucho orgullo de serlo".

 

 "Somos indígenas mixtecos de Oaxaca y nos da mucho orgullo de serlo". Eduardo López, Artesano oaxaqueño

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