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Quiero ser gobernador de Yucatán: Rommel Pacheco

Foto(s): Cortesía
Redacción

CIUDAD DE MÉXICO.- En este momento, Rommel Pacheco tiene la mente fija en el 8 de agosto, que es cuando comienzan las competencias de clavados de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Pero una vez pasada la justa deportiva, el deportista yucateco quiere otra medalla: la de gobernador de su estado. La entrevista se da a un costado de la fosa de clavados, con una estrella del deporte que no pierde el humor, la alegría ni la ilusión.


Alguna vez dijiste: "Sigo siendo de carne y hueso". ¿Se llega a perder el piso al ser campeón?


Puede ser, pero creo que nunca lo voy a perder porque tengo mucha gente a mi alrededor que no me deja: mi familia, mi entrenadora, compañeros.


¿Te aterrizan?


Sí, pero de todas formas no creo que sea una persona que se pueda despegar del piso. Llevo muchos años en esto, a veces he estado arriba, a veces he estado abajo. Eso mismo me hace ver que, como dije, somos de carne y hueso.


¿De verdad te consideras una persona ordinaria?


Sí, soy una persona ordinaria que hace cosas extraordinarias.¿Por qué? Porque trabajo mucho, me esfuerzo y eso hace que tenga resultados. Creo que todas las personas, cuando se den cuenta de qué les gusta y para qué tienen talento, van a tener éxito.


Quien quiera ser clavadista, ¿qué es lo primero a lo que tiene que perderle el miedo?


A muchas cosas, a los golpes del agua, a la altura, a sobreponerte a los obstáculos. Si te pegas, tienes que volver a hacerlo otra vez y otra vez.


¿Qué sentiste la primera vez que subiste a una plataforma de clavados?


Miedo. Subirte a 10 metros impresiona. Se ve tan alto. Pero cuando subes enfocado en hacer un clavado, pierdes dimensión de la altura, te deja de importar.


¿Cuál es tu principal adversario?


Yo mismo. La competencia es conmigo, con mi puntuación, con cada movimiento que tengo que hacer.


En un clavado, ¿la gravedad es tu aliada o tu enemiga?


El cuerpo acaricia el movimiento, pero varía de una alberca a otra. A nivel del mar el cuerpo siente distinto la altura.


¿En qué cambia?


A nivel del mar te sientes más lento al dar vueltas, pero caes más lento. Y a la altura, digamos, de la Ciudad de México, giras más rápido, pero caes más rápido. Tal vez al verlo no se perciba, pero quien realiza el clavado lo siente. Por eso es importante llegar días antes de la prueba, para adaptarte.


Eres el único que ha logrado una calificación perfecta en Juegos Panamericanos. ¿Cómo se llega a la perfección?


¡Con mucho entrenamiento! Jajaja. Es a base de trabajo, dedicación y, en la competencia, estar lo más concentrado posible.


Ese día, al entrar al agua, ¿sabías que lo habías hecho perfectamente?


Sabía que lo había hecho bien. Te das cuenta cuando lo haces bien y cuando lo haces mal, pero no sabía qué tan bien hasta que escuché la calificación.


¿Has llorado alguna vez en la fosa de clavados?


No, llorado no. Bueno sí, cuando me va mal.


¿Qué te hace ser un campeón?


Sobreponerme a cada obstáculo. Más que el triunfo en sí, es el trabajo previo, el no rendirme y luchar hasta conseguir mi objetivo. En el deporte hay muchos éxitos, pero igual hay muchísimas derrotas.


¿Y qué se hace con las derrotas?


No tomarlas tan a pecho, pero sí sacarles provecho.


¿Qué duele más: el golpe del agua o perder una medalla?


Por supuesto, perder la medalla. El golpe del agua es físico, se te va a quitar en algún momento, pero el otro, emocional, es el más tardado.


¿Has tenido que tomar terapia por alguna derrota?


No, pero un deportista tiene que estar preparado de forma integral, tanto física, mental, como emocionalmente.


¿Qué aprendes de una derrota?


Pues, primero, quién te quiere y quién no, quién es de verdad tu amistad y quién no. Segundo, valoras y dices, "A ver, ¿qué pasó? ¿Por qué perdí?".


¿Eres pariente del ex gobernador yucateco Víctor Cervera Pacheco?


No, ¡pero habría estado bien! Jajaja. La verdad le tengo mucho cariño, cuando yo me vine a entrenar a la Ciudad de México, él era gobernador y, prácticamente sin conocerme, me apoyó para que pudiera lograrlo.


Hace unos días, en San Lázaro, dijiste que no descartas ser diputado. ¿De verdad te gustaría la carrera política?


Sí, mi sueño es ser gobernador. Sé que necesito experiencia, pero creo que puedo lograrlo y hacer algo diferente.


 



 


No hay nada más devaluado que la política, ¿no te da miedo perder el respeto de la gente, la admiración?


No, al contrario. Al entrar a la política, yo espero ganarme todavía más el respeto.


¿Cómo sería eso?


La gente me respeta porque sabe que soy honesto y porque trabajo, saben que doy la cara por ellos, por mi estado y por México. Me encantaría poder hacer eso en la política. Hacer un cambio. Sé que es complicado, pero quiero aportar un poco y ayudar.


Pero hay un problema, a diferencia de lo que pasa en los clavados, en la política te van a pedir que salpiques.


No, no salpicaré, seré igual que en los clavados. El deporte te da muchísimas cosas, entre ellas, muchos valores: esfuerzo, trabajo, educación y equipo.


¿Consideras que al deporte le faltan recursos?


Siempre. No es que no haya, pero es igual que una empresa: para que crezca necesita inversión. El deporte no deben verlo como un gasto, sino como una inversión.


Pero es una inversión a muy largo plazo.


Sí, es tardado, pero al fin y al cabo da resultados. Cada cuatro años, con los Juegos Olímpicos o con el Mundial, vemos cómo todo el mundo quiere hacer deporte, jugar futbol. ¡Eso es bueno para el país! Hay que capitalizarlo.


En ese sentido, si fueras diputado y pudieras decidir sobre el presupuesto, ¿en dónde recortarías para subirle al deporte?


No recortaría. Todas las áreas son fundamentales, no puedo recortar ni seguridad, ni salud, ni educación. Habría que buscar mecanismos para incrementar los recursos para el deporte sin que afecte a otros. Por ejemplo, hacer que la iniciativa privada se involucre. No se trata de recortar, sino de crear políticas públicas que promuevan el deporte e invertir en él.


¿Hoy qué te falta?


La medalla olímpica.


¿Cuántas medallas tienes?


No lo sé, más de 200, creo. Imagínate: desde que empecé han sido competencias estatales, la nacional, los mundiales. Ahí tiene mi mamá en la casa todas las medallas.


¿En qué te pareces a tu tocayo Erwin Rommel, El Zorro del Desierto?


En nada. Él era nazi y yo no tengo nada qué ver con eso. Haciendo a un lado esa parte, tal vez en que soy disciplinado. Rommel tomaba las circunstancias a su favor para poder ganar, aun estando en desventaja de número o posición. Siempre buscaba la manera de salir victorioso.


¿Cuántos clavados al día te avientas?


Entre 100 y 200, por lo menos. Hay veces que son 300 en un solo día.


¿Cómo se puede ser campeón en un país que es campeón en obesidad infantil?


Pues haciendo deporte. Cuando yo era niño, salía en mi bicicleta, a jugar en patineta, pero ahora ya no ves a nadie en la calle jugando. Están con el celular, con el iPad, con el XBox.


¿A qué has renunciado para llegar a donde estás?


No lo veo como renuncia, lo veo como un intercambio. Es estar lejos de la familia, no tener tanto tiempo de ocio. Pero no me pesa, estoy acostumbrado a esto. A veces es una vida bastante rutinaria: entrenar, comer, dormir, entrenar, comer, dormir. Todo el tiempo estás cansado y agotado. Pero al final todo se ve recompensado cuando ganas la medalla.


¿En qué te pareces a Popeye?


En esto -y muestra sonriente sus bíceps.


 


CINCO DATOS


1. El 23 de febrero, su imagen cantando a capella el Himno Nacional se volvió viral. Había ganado la Medalla de Oro en el Mundial de Clavados celebrado en Río de Janeiro, pero debido a la sanción de la FINA contra México, compitió sin representar al país.


2. En lugar del uniforme oficial, recibió su presea luciendo una playera de Popeye.


3. Ha ido a dos Juegos Olímpicos: Atenas 2004 y Beijing 2008, donde obtuvo el octavo lugar, su mejor resultado.


4. Tiene 29 años, por lo que se especula que Río 2016 podría ser su última participación olímpica.


5. Estudió Administración en la Universidad Anáhuac.

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