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Las máscaras lo hicieron sobrevivir

Foto(s): Cortesía
Carina Pérez García

Villa Hidalgo Yalálag.- Al llegar al taller de Donato Mendoza Molina nos reciben sus máscaras, que ha puesto a secar en su azotea, la antesala está recién regada con agua para evitar que el polvo se adhiera a la pintura recién colocada en un par de máscaras de negritos, danza tradicional de esta comunidad, para la que prepara este elemento fundamental de su vestimenta.


La historia de este artesano de la madera se enmarca en una historia de migración, como muchas en este municipio y que es exitosa debido a que durante su estancia en California obtuvo ingreso por vender máscaras a sus paisanos, quienes ofrendan su danzas en cada fiesta patronal en honor a la Virgen del Rosario. Y es que en el otro lado valoran su trabajo porque es esencial en la representación de estas danzas.


El experto en la talla de madera tiene un a peculiar visión y maestría para ejecutar su arte, ninguna de estas máscaras es igual, cada una es tallada a partir de pensamientos y emociones orgánicas que marcan a cada una, tal cuál sus años de experiencia marcan y definen su éxito.


A los ocho años comenzó a tallar la madera, oficio que aprendió de su bisabuelo. En un inicio se dedicó a elaborar destapadores, más adelante fue inclinándose por la talla de otros objetos y finalmente se especializó en taller máscaras, que pueden ir de los 15 a los 35 centímetros según su vocación.



 


La madera del árbol de zomplantle -el cual es utilizado en México como cerca viva, como sombra y para elaborar artesanías, cuya flor es comestible y cuyo fruto se utilizaba como juguete para los niños- es el que desde hace 42 años utiliza para sus creaciones.


El último y único de su familia, y en la comunidad, que se dedica a la elaboración de estas peculiares máscaras se disculpa porque el taller está vacío, si no fuera por las máscaras que está secando en su azotea no tendría alguna muestra. Pero es que la comunidad está de fiesta y de los cuatro barrios llegaron hace un par de días a comprar sus máscaras para representar sus danzas; además de los pedidos que le hacen año con año de los Estados Unidos para que envíe máscaras a sus paisanos que representan allá sus danzas.


El proceso de talla de cada máscara le lleva entre dos a tres semanas y para terminarla completamente, ya pintada, le lleva un par de meses. A la semana, en promedio vende dos máscaras, que oscilan entre los 500 y 800 pesos, depende del detalle. Don Nato, como lo conocen en la comunidad, es modesto, y se manifiesta feliz de poder vivir de este oficio, que tiene sus riesgos advierte.


Para que conozcamos el proceso Don Nato va por un machete y por el resto de sus utensilios, constituidos por gubias de varios tipos. "Si no se tiene completa conciencia y cuidado de lo que se está haciendo se podría uno cortar una mano o un dedo" y es que el primer proceso para darle forma a la máscara se hace con el machete.


Más adelante ya se emplean las otras herramientas. Para finalmente delinear las expresiones y tallar finamente la máscara, que sorprende por ser liviana, ideal para que los danzantes la puedan portar durante largas jornadas. La pintura que utiliza es de aceite y en un lugar seco, colgada, una máscara tiene periodos de vida de más de 30 años.


A pesar de su resistencia, cada año los danzantes adquieren una nueva máscara y Don Nato no se da abasto. Al hablar de qué tan importante les resulta a sus paisanos su oficio, reconoce que a él lo buscan por sus redes sociales, por teléfono e incluso llegan a su cada a encargarle máscaras para que las envíe a Estados Unidos, con sus paisanos yalaltecas.



"Esto para mí es la vida, además vivo de ello. Aunque es un oficio laborioso, me gusta. Durante mi estancia en California me dediqué a elaborarlas, iba y venía de allá, me quedaba un par de años y volvía a Oaxaca. Hasta ahora que decidí regresar para que mi casa no terminara de derrumbarse, vine a rescatarla" comparte. Y es que su casa es una de las que conserva una fachada de laja, que resulta a los amantes de la arquitectura una construcción fascinante.


Don Nato elabora máscaras de todas las danzas que se bailan en honor a la Virgen del Rosario, en su comunidad, desde las de los huenches, cuerudos, chinantecos, mixes, de Betaza, de Roayaga y los negritos. Además sigue elaborando destapadores, castañuelas -de cedro- y algunas piezas miniatura, que bien podrían colgarse como dijes.


Su jornada laboral comienza a las cuatro de la mañana y culmina a las siete de la noche, la repite a diario. Su dedicación y amor al oficio le han valido visitas exclusivamente a su taller, de viajeros de Estados Unidos y Europa. Durante todo el año coloca bien sus máscaras, pero hay temporadas en las que no se da a vasto, sobre todo porque es el único que se dedica a esta labor, cuyo reconocimiento se traduce en el porte de estas creaciones en las tradicionales danzas de su región.



 


Cinco datos sobre el Día de la Raza:


Día de la Raza es el nombre con el que se denomina en la mayoría de los países hispanoamericanos la fiesta del 12 de octubre en conmemoración del Descubrimiento de América por el navegante Cristóbal Colón en 1492.


El Día de la Raza se celebra el 12 de octubre en la mayor parte de Hispanoamérica, en España y en Estados Unidos entre otros países. Fue creado a partir del siglo XX, inicialmente de forma espontánea y no oficial, para conmemorar, una nueva identidad cultural, producto del encuentro y fusión entre los pueblos indígenas de América y los colonizadores españoles, además de la valorización del patrimonio cultural hispanoamericano.


El nombre oficial suele variar de un país a otro. En España es el Día de la Fiesta Nacional o Día de la Hispanidad, además de la fiesta religiosa de la Virgen del Pilar. En Estados Unidos es Columbus Day o Día de Colón, el Día del Encuentro de Dos Mundos en Chile y en Argentina el Día del Respeto a la Diversidad Cultural, o el Día de la Resistencia Indígena en Nicaragua y Venezuela, por mencionar algunos ejemplos.


La denominación fue creada por el ex ministro español Faustino Rodríguez-San Pedro, como Presidente de la Unión Ibero-Americana, que en 1913 pensó en una celebración que uniese a España e Iberoamérica, eligiendo para ello el día 12 de octubre.2 En 1914 se celebra el 12 de octubre por primera vez como fiesta de la Raza. En 1915 pasa a llamarse Día de la Raza.


En México se conmemora oficialmente desde 1928 por iniciativa de José Vasconcelos, que alude a lo que él llamaba raza iberoamericana, con un significado de mestizaje y sincretismo cultural.

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