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José García, el artista oaxaqueño que modela con el tacto

Foto(s): Cortesía
Carina Pérez García

San Antonino Castillo Velasco, Ocotlán.- Encontramos a don José García Antonio (1947, Oaxaca) en el corredor de su casa bebiendo tejate. Imperturbable, disfruta de un viento cálido, mientras su familia viene y va por la casa en labores domésticas, su hijo, mientras tanto, modela una nueva pieza de barro. Comparten su hogar con habitantes peculiares: todo tipo de figuras que ha modelado cada miembro de la familia.


Es con sirenas, danzantes, hombres del pueblo, floreros e incontables piezas de ornato que comparten su vivienda. Su eterna compañera y esposa, Santa Teresita Mendoza Reyna (1961) es también su pareja creativa, con quien mantienen viva una tradición que ejecutan sólo ellos y sus hijos, en una tierra de hortelanos y bordadoras.


Las paredes están saturadas de estantes con obras de barro de diversos tamaños, tehuanas, mixtecas, chinantecas, vallistas y sirenas, mujeres de barro, que queman a más de 900 grados centígrados en un antiguo horno de piedra. Esta familia es la única que se dedica a la alfarería en San Antonino Castillo Velasco.


José García comenzó desde pequeño a experimentar una atracción por modelar la arcilla, al descubrir un banco de barro debajo de sus pies. Sus habilidades pronto florecieron en sus manos y supo que en algún momento de su vida, viviría de esta pasión silenciosa, ya que dedicó gran parte de su vida al oficio de tocinero.


La mujer, su inspiración y la conquista por la escultura




Don José García llama a su esposa "Princesa Magnolia" a quien considera su musa. FOTO: Carina Pérez García

Él siempre esculpe a su mujer con trenzas y ataviada con flores, es en gran medida su inspiración. "Cuando hago figuras de barro pienso que la mujer es hermosa, hay mucho que hacer de barro, mi sentir es hacer figuras de la mujer oaxaqueña, de cómo se viste y de todas las alegorías que representa" comparte, en entrevista.


Don José García recuerda que cuando era pequeño escarbaba el agua y salía una placa de un barro chicloso, el cual mezclaba bien y se podía pasar sentado horas jugando con él; se trata de un barro muy especial que se encuentra en los terrenos de cultivo de San Antonino.


"Me sentaba a jugar y hacía las figuras que quería, yo hacía mis propios juguetes y mis amigos me rodeaban queriendo imitarme, pero no pudieron". Ríe mientras hace una pausa para dar un suspiro y continúa: "Sólo yo logré hacer mis juguetes de barro. Después cuando crecí mis padres me mandaron aprender un oficio, que fue el de tocinero, pero nunca se me olvidó hacer figuras de barro".




Cada quien imprime su estilo a las creaciones. FOTO: Carina Pérez García

Recuerda que su cuñado trabajaba en la elaboración de loza, hacía tazas y platos, un día le dijo que hiciera un Cantinflas y para tal tarea le llevó barro, entonces él se puso trabajar hasta que logró moldear una escultura de 60 centímetros de altura. Cuando lo consiguió pensó que ese talento que descubrió desde niño, aún lo conservaba y sintió una atracción de nuevo por la arcilla.


"Me propuso hacer más, me hizo un horno y comencé a trabajar, sentí hermoso trabajar el barro, le fui buscando a este material, fue algo hermoso para mí, comencé a hacer lo que yo miraba. Luego, el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (Fonart) me respaldó y me dio a conocer, estoy agradecido. Me casé, formé una familia, ahora tengo a mi esposa y mis hijos, los tres son artesanos, hasta mis nietos ya llevan el trabajo de la artesanía que les dejaré por herencia".




Su hijo, ha experimentado y estudiado el oficio de la alfarería. FOTO: Carina Pérez García

Don José, imperturbable, entero y aceptado habla de su problema de ceguera: "Comencé a tener problemas de la vista a los 55 años, tuve síntomas raros en los ojos, pasé por varios médicos, uno me dijo que quedaría ciego. No quise que me operaran. Pensé: -que se haga la voluntad el ser supremo-, así que un día se me oscureció la vista".


"Mi esposa se puso a llorar, pero yo como soy hombre me pregunté qué me había pasado en mi cuerpo, la vista se me nubló, muchos me dijeron que trabajara con el tacto y así lo hice. Comencé a trabajar con el tacto, me dio resultado y se me desarrolló el sentido del el oído también. Sigo trabajando tal y como si yo viera. Esta ceguera no fue una derrota o destrucción, me ayudó a seguir estos subiendo escalones en la vida".




Estas piezas son elaboradas por su hijo, quien heredó el talento de José García. FOTO: Carina Pérez García

Satisfecho con lo que ha logrado podría pasar horas contando cómo ha sido su pasión o cómo conoció a su esposa, o cómo a partir de la ceguera se le fueron acercando los medios y hasta le filmaron un documental. Sabe que a la gente la da curiosidad ver a un ciego trabajar, pero para él no es así, para el no sólo se trata de ganarse la vida, como él lo afirma, su nivel de conciencia lo transporta a la vez a otros niveles de interpretación, en los que su vida es hermosa y en la que agradece que aún tiene pies para caminar y manos para trabajar.

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