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“Que tenga buena mano”, una parada en la ciudad para la orfebrería

Foto(s): Cortesía
Redacción

Oaxaca.- Los días de Francisco Jesús Hernández Pérez (Oaxaca, 1967) se pintan con la creatividad que le pone a cada uno de sus diseños. El orfebre y artista oaxaqueño, desde hace 15 años, mantiene  un espacio abierto en el corazón de la ciudad a los visitantes, curiosos y paseantes habituales, a quienes cada día ofrece desde una sonrisa, hasta una amena charla sobre su oficio.


Mientras engarza un collar, una mujer entra a su tienda, atraída por los aretes exhibidos en la puerta de herrería, piezas únicas que elabora diariamente. En el marco de la puerta se lee "Que tenga buena mano" frase que alude a una  buena compra o selección.


De profesión arquitecto y de oficio orfebre, ve en la filigrana las posibilidades de darle rienda suelta a su pasión: el diseño. Como constante en su trabajo elabora collages, que también pone a disposición de sus clientes, y que ha exhibido en espacios como el Museo de Arte Popular de Oaxaca.


Aprendiza del joyero Rubén Bautista, a la edad de 17 años Francisco comenzó en la escena de la  filigrana. A los 19 años ya había abierto su primera tienda a la que llamó Lapizlázuli, que mantuvo en la calle Bustamante para luego mudarse a la calle Miguel Cabrera, en el Centro Histórico de la ciudad.


Actualmente, desde hace 15 años, establecido en la calle de Constitución, a unos pasos del ex convento de Santo Domingo de Guzmán, su tienda "Que tenga buena mano" ha sido un espacio para el diálogo con artesanos, a quienes compra algunos productos para exhibirlos y ponerlos a la venta, siempre con buen trato y un precio justo.


Autor de piezas al igual para pasarelas que para personalidades conocidas dentro de la cultura, Francisco ha participado en exposiciones como el Best of The Best del Art in Action, organizado por la a Universidad de Oxford, en Londres, donde exhibió su trabajo en el año 2013.


El artista y joyero ve en la filigrana un gran mercado, desde el boom de la película Frida Kahlo, que revivió la moda de la filigrana oaxaqueña dado que la pintora usaba este tipo de joyería.


"A partir de esta película se comenzó a usar mucha joyería de Oaxaca. Frida usaba soguillas, guardapelos, los pistoles, y desde entonces comenzó a haber mucho mercado para la filigrana. Debo decir que el que compra más es el extranjero y en menor porcentaje el mexicano, que será como un 40 por ciento. Y solo plata porque oro ya no se utiliza porque la inseguridad ha hecho que la gente ya no porte oro."


Francisco confiesa que la joyería representa muchos para él: "he salido adelante, de esto he hecho mi casa, he vivido, he viajado, esta es mi pasión."


Gran admirador de Rodolfo Morales, Francisco se considera un artista autodidacta. Elabora collages  y también unos tendajones de madera, que para él sin pequeñas maquetas, pequeñas tiendutas en miniatura, replica original de las antiguas misceláneas.


La mujer que entró finalmente se decide por dos pares de aretes y promete volver al siguiente día por otros más. Francisco se ha caracterizado en ser cumplido y puntual, formal en la entrega de sus trabajos. Mientras envuelve las nuevas adquisiciones en papel china cuenta cómo diariamente aprende algo nuevo de su mismo trabajo y de algún cliente que se decide a describir este lugar.

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