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Velas se levantan entre los escombros

Foto(s): Cortesía
Nadia Altamirano Díaz

JUCHITÁN DE ZARAGOZA, Oaxaca.-El luto impuesto por los sismos de septiembre de 2017 se prolongará hasta noviembre próximo. El 17 del penúltimo mes de este año las Auténticas Intrépidas Buscadoras del Peligro romperán con la tristeza que aún se siente por la muerte de casi un centenar de personas en toda la región del Istmo de Tehuantepec.


Con el atrevimiento que las caracteriza desde hace 43 años, serán integrantes de esa sociedad quienes reinstalen la tradición de las velas en este municipio que acalló la fiesta por el dolor de la pérdida de vidas humanas, el derrumbe de las casas tradicionales y el daño en los principales inmuebles que dan identidad.


La alegría no ha vuelto


Aún con los escombros desparramados en calles, las casas convertidas en lotes vacíos y otras a medio derruir, junto con el desorden de un comercio desbordado en el parque a falta de un mercado, Oscar Cazorla López recuerda cómo el sismo del 7 de septiembre les arrebató la alegría de reunirse en la misa y lavada de olla para dos de las velas: la López y la Pineda, que comparten la misma fecha.


El 31 de ese agosto habían hecho el Dxhibeu (día de luna en zapoteco) para recibir el mes de septiembre y una semana después, el viernes 8, cumplirían con la tradición de la lavada, casi similar a la vela, pero de día.


Las primeras actividades en suspenderse fueron las velas López y Pineda. De ambas, la lavada de ollas se harían el viernes 8 de septiembre de 2017.


“Toda la botana ya estaba preparada y la regalamos a la gente que no tenía ni dónde dormir”, recuerda entre la añoranza de volver a prender los cohetes, repartimos bocadillos y bailar en el atrio de la iglesia.



Así como deben reconstruir sus inmuebles, también requieren retomar sus actividades de fiesta. FOTO: Mario Jiménez

Año austero


Este año la conmemoración fue austera de alegría por la muerte de una socia de la Vela López. Los festejos se limitaron a una misa a la Virgen de la Natividad y una reunión entre los 30 socios que “llevamos nuestro puestecito, repartimos cerveza y comida”.


En número de asistentes y antigüedad, por encima de las velas López o Pineda está la de San Vicente Ferrer, en honor al santo patrono de este municipio. Es tan grande que se divide entre quienes viven en el lado sur y el lado norte.


De ese último lado, desde hace 20 años la profesora Geraldina Santiago Velásquez preside la sociedad y, después del luto que necesitaron guardar por un año, las actividades preparatorias iniciaron el 19 de agosto con la primera reunión de organización y planeación, a las que le siguen misas y otras reuniones.


Hasta el siguiente año, la Vela de San Vicente


La intención es que el 19 de mayo se haga la calenda que se interrumpió en este 2018, al igual que la vela a San Vicente, fijada para la noche del 24 de mayo en la pista corona, un estacionamiento de la cervecera donde el 26 de mayo se hará también la lavada de ollas.


Ese estacionamiento es el único lugar para reunir a las 10 mil personas dispuestas a trasnochar, bailar, comer y beber cerveza en medio de un ritual de madrugada en el que se transfiere la responsabilidad de la próxima mayordomía.


“Se hace a esa hora porque es cuando se levantan los trabajadores y es para pedirle al cielo”, en cuyo manto las estrellas forman una cruz, que les deje repetir las fiestas al año siguiente.


En mayo, cuando la vela de San Vicente tiene lugar, coinciden también la mayoría de las velas que agolpan la última semana de fiestas.


Mayo y 28 velas


Geraldina llega a contabilizar 28, en menor o mayor tamaño, pero todas con un santo o una virgen a quien venerar.


“Se elige el último viernes de mes para llevar a cabo la vela. Siempre es un viernes. El sábado es la regada o desfile de carros alegóricos y carretas con mujeres (capitanas) acompañadas de otras mujeres que llevan regalos para la gente, mientras que los capitanes van a caballo con personas que les acompañan”, describe Geraldina por repetir la emoción de una tradición que sólo mantuvo las actividades religiosas.


Reunirse para esa regada en el parque Revolución no será posible, las reparaciones por el sismo no han terminado, tampoco en el templo de San Vicente Ferrer está listo, todas las imágenes religiosas se resguardan en el de Esquipulas.


Todo estaba listo


A ese santo también lo veneran las Auténticas Intrépidas Buscadoras del Peligro. Aunque en el 2017 el sismo les hizo saltarse la edición 42, el 17 de noviembre realizarán su vela número 43.


Felina Santiago, una de las fundadoras, es quien cuenta que todo estaba listo para la vela a realizarse en noviembre de 2017, incluídas las reservaciones de visitantes que vienen de otras ciudades del país y el mundo "a ver cómo cambiar de identidad de género no representa asombro y hombres pueden vestirse con el traje tradicional de la mujer istmeña".


En 2015 ella fue mayordoma de la vela de las Intrépidas y el gasto es tal, que prefiere no hacer cuentas de una actividad que, además de distraer y divertir, reactiva la economía local:


“Implica adornar, pagar la misa, hacer la comida y las aguas, comprar los refrescos, los desechables, la cerveza, pagar la renta de carretas, los regalos para las personas que acompañan en la comitiva… me la cabeza si hago cuentas”, exclama.


Asistir a una vela en esta región zapoteca implica reciprocidad, entregar como mínimo cien pesos en efectivo a la mayordoma al final de la misa como limosna y llevar un cartón con cerveza a la vela y la lavada de olla, “como una fiesta, pero grande y de día”.


La crisis



Quienes comercializan los trajes istmeños resienten también que las velas estén ausentes del calendario juchiteco. FOTO: Mario Jiménez

"No hay recursos para hacer las velas, por eso no se hizo”, considera Jerónimo, un hombre que en mayo, cuando se realizan las velas, llega a vender más flores porque además de que se requieren para los adornos las mujeres las utilizan para realizar el tocado con el que trenzan sus cabellos.


Para una mujer asistir a una vela requiere al menos de un traje de gala, uno más sencillo para la lavada y otro para la regada. “Se van a volver a hacer, pero no como antes porque seguimos en la reconstrucción de las viviendas, no hay presupuesto para realizarlas”, opina Dora Celiz Sánchez Casiano, profesora en Unión Hidalgo y vendedora ropa.

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