Al calor de las velas, entre la flor de cempasúchil, la música tropical y de banda, decenas de familias de Santa María Atzompa recibieron a sus fieles difuntos en el panteón general como cada 31 de octubre, para cantarles, recordarles y convivir con ellos durante toda la noche.
Las tumbas se iluminan en un tono cálido, las personas se reencontraron con los recuerdos y las anécdotas, el frío fue un invitado más a la fiesta con el más allá.
Los niños jugaron, el incienso mezclado con aroma a mezcal se lograba percibir en algunos rincones conforme llegaban las primeras horas del mes de noviembre.
FOTO: Emanuel Salinas
"Hoy los venimos a traer para que puedan llegar a la casa, y después coman lo que se les dejó en el altar", expresa don Gaudencio Olivera Blanco habitante de esta comunidad.
Acompañado por su esposa, el señor recuerda que desde muy pequeño acudía, cada año, al panteón para ser parte de la festividad que genera admiración y orgullo entre los oaxaqueños.
FOTO: Emanuel Salinas
La tradición señala que es en estas fechas es cuando los familiares que han muerto tienen el permiso de regresar a la tierra, por ello, se les recibe con música, comida y fiesta.
Don Gaudencio enciende una veladora en la tumba de sus familiares que han fallecido.
FOTO: Emanuel Salinas
Mientras transcurren las horas, más familias llegan al camposanto, cargando flores, velas, ollas de café, botellas de mezcal, petates, cobijas. La noche es joven y la fiesta por el encuentro con el otro mundo apenas inicia.
Es la oportunidad que les da Dios para regresar a la tierra y llevarse el aroma de las frutas
Don Gaudencio, en la velada de Santa María Atzompa
