Rafael Alfonso
Los Ángeles es el escenario de una búsqueda implacable. En "Terminator" (James Cameron, 1984), una joven mesera ignora que, en un futuro distópico, posterior a la guerra nuclear, los seres humanos son casi exterminados por las máquinas que se han rebelado de su dominio y se ven obligados a pelear contra ellas, empleando tácticas guerrilleras.
En medio de aquella oscuridad post apocalíptica, estos seres humanos, sobrevivientes del holocausto nuclear, de cuando en cuando, sufren terribles masacres por parte de cyborgs camuflajeados de hombres. Precisamente uno de esos engendros de la tecnología es enviado al pasado para exterminar a Sarah Connor (Linda Hamilton), quien guarda en su vientre al futuro redentor de la humanidad; pero ella, ignorante de ser la posible víctima de un magnicidio anticipado, labora sin preocupaciones en una cafetería a la que suele llegar tarde y verter el café encima de los clientes.
El T800, el cyborg antes mencionado, va eliminando a todas las Sarah Connor de la ciudad de Los Ángeles, siguiendo el estricto orden de aparición en la guía telefónica. Daría con la mujer si no fuera porque llega en su auxilio Kyle Reese, un osado combatiente de las guerrillas del futuro, enviado al pasado por John Connor, el líder de los humanos, para proteger a su futura madre. La mujer está a punto de ser eliminada, pero es salvada por Reese, quien la convence de huir del indestructible T800, garantizado contra balas, explosiones y atropellamientos; y programado para no cejar en su empeño de eliminar a la mujer.
Como buena heroína de los ochentas -con la salvedad de la teniente Ripley- Sarah Connor es una joven rubia que se dedica a gritar cada vez que la persigue el cyborg y es salvada por el caballeroso y enamorado Reese. Por lo mismo, el final de la película y su secuela hacen absolutamente disfrutable la evolución del personaje que, ahora consciente de que deberá proteger al fruto de su vientre, se convierte en una experimentada e implacable guerrillera.
Hollywood no quiso renunciar a la historia que ya se había resuelto de manera magistral en "Terminator 2" y Sarah Connor tuvo que volver a salir a escena en dos ocasiones más, ahora sin James Cameron, dos burdas intentonas de ganar dólares, francamente prescindibles.
