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Lecturas para la vida: Incógnitas del pasado

Mujer posando
Foto(s): Cortesía
Alejandra López Martínez

Rosa Angélica Raymundo Hernández // Última de dos partes

Con dificultad se negaba ante cualquier petición de alguna de sus amigas, tratando de ser solidaria. En el noviazgo, para evitar diferencias prefería ceder o no decir nada aun cuando estaba en desacuerdo en ciertas situaciones, hasta que se dio cuenta de que esa forma de pensar no la beneficiaba en nada. Un día decidió expresar todo lo que no había dicho, su novio lo interpretó como algo drástico y así finalizó la relación con quien pensó en un principio que había muchas afinidades.

Siempre se encontraba haciendo alguna actividad; absorta en sus pensamientos, con frecuencia pensaba que el enamoramiento parecía una alucinación; esto influyó en que se hiciera reacia a reconocer algunas emociones relacionadas con el amor. Pasó mucho tiempo en la negación de que había alguien que le provocaba una sonrisa tan solo al recordarlo. Se aferraba a la idea de tener paz en su vida, pero también se percató que era complejo porque no había mucha posibilidad de realizarla, pues no faltaba quien la inquietara; llegó a pensar que si se lo permitía podría afectar de alguna forma a las personas cercanas que le importaban.

Decidió en su juventud continuar estudiando y empezó a darle importancia a lo esencial que es hablar desde pequeña sobre lo que acontecía en su entorno y en su imaginación. Siempre tuvo la duda si podía evitar su introversión, a no contener tanto sus emociones y ser menos aferrada a sus conclusiones, al dar por cierta su versión de los hechos vividos en su existencia, lo cual también le parece que la hubiese ayudado a no enfermarse físicamente.

En una de esas introspecciones llegó a deducir que los seres humanos tenemos un egoísmo inherente y hacemos valoraciones a partir de nuestra propia historia; que vamos archivando muchas cosas y las que parecen tener un sello, están impregnadas de afectos y reaparecen. Lo más valioso es que en la posteridad encontró la forma de poder advertir que mucho de ello prevalecía inmutable, le despertaban emociones y sentimientos anclados con el pasado y como toleraba poco las incógnitas que habían de sí misma, decidió aproximarse al porqué de sus interrogantes, llevando al análisis sus pensamientos a través de la palabra hablada.

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