LECTURAS PARA LA VIDA: En el laberinto (primera de cinco partes) | NVI Noticias Pasar al contenido principal
x

LECTURAS PARA LA VIDA: En el laberinto (primera de cinco partes)

Foto(s): Cortesía
Luis Ángel Márquez

Mónica Ortiz Sampablo

 

Porfirio y Giuseppe, mis dos abuelos, quienes a la distancia siguen contándome historias en cualquier momento, los sueño, los pienso, ellos, dos columnas que me sostienen cuando flaqueo, cuando el mundo se vuelve caótico y jugamos a perdernos hasta encontrarnos.

No era común que coincidieran mis cuatro abuelos, pero cuando eso sucedía, la vida era todavía más extraordinaria; Emilia y Manuela eran tan diferentes, eso hacía que se complementaran, sin darse cuenta iban por el mismo rumbo. Cuando una hablaba, la otra también quería hablar; de pronto entraban en armonía y todo se acomodaba. Emiliana era corpulenta, podía cobijar sin miramientos a todo aquel que buscara su apoyo, de carácter dulce, mientras no hicieran daño a quienes ella amaba. Manuela, mi abuela paterna, a quien toda la vida vi como la auténtica madre de mi papá, poseía una gran valentía, no le daba miedo nada, siempre salía victoriosa de los peores escenarios, sabía dar consuelo, aunque la mayoría de las veces huía del contacto físico, yo era de las afortunadas que conocía el olor de sus abrazos y sabía cómo le latía el corazón.

En algunas ocasiones coincidíamos los cinco, inventábamos juegos -además de nombres para esos juegos-; la condición era que estuvieran relacionados con mitos o leyendas, creamos la versión de “los juegos del olimpo”. Imaginación teníamos de sobra, lo que me sorprende ahora, a la vuelta de los años, es la forma en que mis abuelos se hacían como niños, sin importarles lo que la gente pensara. Una Medusa por aquí, un Centauro por allá, versiones diversas de Hera, Venus, Atenea; el favorito de mi abuelo Porfirio era Prometeo; Giuseppe no tenía empacho en personificar lo mismo a Zeus que a Pandora, era fantástico verlo encarnado en su versión masculina de Penélope, con su bordado eterno, esperando a ser rescatado por su amada.

Manuela y Giuseppe invitaron a mis abuelos maternos a pasar unos días en una finca para festejar mi cumpleaños. Llegamos dos días antes para preparar el festejo, que en realidad no era una sorpresa; la sorpresa fue lo que un par de días después viví y hasta la fecha guardo como un recuerdo poderoso.

Continuará el siguiente miércoles

[email protected]

Noticias ¡Cerca de ti!

Conoce los servicios publicitarios que impulsarán tu marca a otro nivel.