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LECTURAS PARA LA VIDA: Dos escritores que fueron Santa Claus

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Foto(s): Cortesía
Redacción

Mónica Ortiz Sampablo

 

Última de dos partes

 

Mark Twain responde a sus hijas como si fuera Santa; en la carta se denota que las niñas no recibirían aquello que pidieron; a cambio, tienen una dulce respuesta en la que luego de una amable explicación, el personaje lamenta no tener los juguetes en existencia, dado que los últimos fueron a casa de una pequeña con más necesidad que ellas.

Algo que me parece valioso en esta carta, es el valor que Mark otorga a la escritura de sus niñas: “aunque no uséis los caracteres que aparecen en los alfabetos de los adultos, usáis los caracteres que todos los niños en todas partes del mundo y en las estrellas brillantes usan”; ello muestra su respeto hacia la necesidad de comunicar mediante la escritura un anhelo infantil.

 

 

Por otro lado, tenemos al escritor que inventó la Tierra Media, capaz de crear idiomas nuevos para sus personajes que participan en "El Señor de los Anillos". 

J.R.R. Tolkien tuvo cuatro hijos con los que sin duda vivió momentos llenos de juegos, en los que la imaginación fue un valioso ingrediente. Incluso existe un libro cuyo título dice mucho: "Las cartas de Papá Noel" (1976) que reúne las cartas que J. R. R. Tolkien escribió para sus hijos cada Navidad y durante veinte años haciéndose pasar por Papá Noel. En ellas se cuentan las peripecias de este personaje en su entrañable Polo Norte.

Un detalle que no puedo dejar pasar es que las estampillas de estas cartas también fueron creadas por Tolkien. El objetivo del escritor era transmitir a sus hijos el espíritu navideño. La primera carta fue escrita en 1920, cuando John, su hijo mayor, tenía 3 años. Desde entonces, durante cada Navidad, siguió escribiendo para sus demás pequeños: Michael, Christopher y Priscilla, ninguno fue privado de este privilegio. 

 

 

Leer estas cartas nos conduce a una narrativa llena de fantasía con personajes inventados por él, como: el Oso Polar del Norte, los elfos, los hombres de nieve, los gnomos rojos, la elfo Ilbereth y los sobrinos del Oso Polar. 

Resulta interesante leerlas o mejor aún tomar un papel, una pluma y recrear nuestras propias fantasías; será genial enseñar a los hijos que no todo es una consola de videojuegos o el último modelo de teléfono celular; en lugar de ello, una carta con excusas de Santa Claus. ¿Quién se atreve?

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