Fanny Mijangos Cortázar
Primera de cuatro partes
Son las ocho en punto y en el salón de tercer grado la clase de Matemáticas está por empezar. Pablo, sentado en la primera fila, se encuentra listo con su cuaderno de cuadrícula. Es el niño más sociable del salón y el más aplicado. Siempre atento y dispuesto a ayudar a algún compañero que lo necesite, tanto en los deberes escolares como en las actividades deportivas. La profesora Lorena empieza a escribir la primera operación aritmética en el pizarrón, cuando algo llama su atención; la directora del colegio entra al salón, llevando de la mano a un niño, al que todos veían por primera vez.
Los alumnos se pusieron de pie para recibirla y Pablo muy intrigado, escuchaba atento.
-Buenos días, niños- saludó la directora. -Pueden sentarse. Les presento a Manuel. Él será su nuevo compañero. Su familia acaba de llegar a la ciudad; ellos vienen del norte del país, espero que lo ayuden a integrarse y que se sienta contento con todos nosotros. Que tengan un lindo día.
-Igualmente- respondieron los niños poniéndose nuevamente de pie.
Al salir la directora, tomaron sus asientos y la maestra Lorena se acercó a Manuel, le dio la bienvenida, lo llevó hasta su pupitre y se dispuso a iniciar la clase.
A la hora del recreo, Pablo se acercó al nuevo compañero. Era rubio, bajito de estatura, muy delgado, y con unos ojos azules muy lindos, pero tristes. Le dijo que le gustaría platicar con él y mostrarle las instalaciones del colegio.
Con una sonrisa, Manuel le dio las gracias y aceptó. Después de caminar un poco, le dijo que estaba cansado y que dejaran el recorrido para otro día.
Pablo se sorprendió, pero no hizo ningún comentario. Se sentaron juntos en una banca del patio central. Sacaron su lonchera y tomaron el almuerzo.
Continuará el próximo lunes…
