Vicente Estudillo Castillo
Octava de once partes
Ya casi sumaban las veinticuatro horas de que se habían perdido, y dos huaraches era todo lo que tenían. Salieron de la espesura de la montaña, descendieron varios metros, y se acercaban a un área de grandes piedras.
Había una piedra de enormes proporciones, fue entonces que el mismo jovencito les dijo:
–Voy a subirme a aquella pá ver si veo algo.
Fue ayudado por otro más grande que él; respondía al nombre de Fidel, era de la familia de los Sibaja.
–Con cuidado, no te vayas a resbalar- le recomendaban.
Había partes cubiertas de tierra; por eso, al querer buscar apoyo se resbaló en dos ocasiones, pero no fueron más que sustos; en verdad estaba difícil la subida, tanto que por el esfuerzo realizado, al tocar parte de la superficie superior de la piedra sentía que se desmayaba; la vista se le nubló, reposó un segundo, hizo un último esfuerzo y por fin llegó hasta arriba; arrastrando el cuerpo, se tendió boca arriba pá tomar aire.
Una vez que se le aclaró la vista, vio las nubes que se desplazan de modo lento; un ave cruzó por el firmamento; en ese instante giró la cabeza para ver en dónde estaba y cuál grande sería su sorpresa: a unos cuantos centímetros, casi rozaba los pies de la niña; un frío recorrió su cuerpo, quiso gritar, pero no logró articular palabra alguna.
Hasta que por fin pudo:
–¡Aquí está la niña!
Todos se arremolinaron en torno a la enorme piedra. La pregunta esperada fue saber si estaba viva.
–Creo que está muerta, tiene mucha baba escurriéndole– alcanzó a gritar.
Sin reponerse del tremendo susto, pidió que alguien subiera; una inmensa sensación de miedo comenzó a recorrer por su cuerpo juvenil; sintió que todo giraba a su alrededor, y cayó sin sentido, muy cerca del cadáver de la menor.
Los que estaban abajo se preocuparon más, ya no escuchaban que les hablara. Comenzó un diálogo agitado:
–Quién sabe qué le habrá pasado, apúrense a subir otros pa' que vean qué está pasando allá arriba.
Por fin Nicolás fue el que empezó a escalar la enorme piedra; vio que estaban los dos cuerpos, alcanzó a tomar al del joven de los pies y a jalarlo para que despertara.
– Hey Fidel, despierta, levántate.
Continuará el próximo miércoles…