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LECTURAS PARA LA VIDA: Cartas de Sylvia Plath: reflejos de una historia atormentada

portada-silvia
Foto(s): Cortesía
Redacción

Mónica Ortiz Sampablo 

 

Primera de tres partes

 

En las diversas notas que he realizado refiriéndome a la correspondencia de escritoras y escritores que, evidentemente no forman ya parte de esta vida, me inclino hacia lo importante que resulta leer sus cartas como una pieza clave del rompecabezas de su existencia; debo mencionar que a muchos lectores les importa un comino enterarse de los pormenores de su vida, y prefieren mantenerse en la línea de su producción literaria. Está bien. Lo cierto es que las cartas sirven, no sólo para transparentar la vida interna de quienes quizá se convirtieron en personajes de su propia narrativa; también ayuda a reflejar la realidad histórica, las limitaciones, las libertades, la visión del mundo que en cada época no es lo mismo, pero es igual.

En este caso voy a referirme a la escritora Sylvia Plath, quien a su muerte dejó gran parte de su obra sin publicar; fue su exmarido quien se encargó de hacerlo a su manera. Su poesía confesional, término usado en el género debido a que expresa aspectos íntimos de la vida de la escritora, ha sido valorada al margen del mito de la poeta suicida; pero más allá de ello, encierra el enigma de una mujer que en su tiempo se abrió camino, no sólo con el talento, también con la disciplina y perfeccionismo propio de su carácter, sus luchas internas que incluían una enfermedad mental que por esos tiempos se trataba con electrochoques. 

Pese a la conflictiva relación que Sylvia tuvo con su madre, no dejaba de mantenerla cercana, le escribió cartas durante varios años; en esta correspondencia le informaba aquello que le acontecía cotidianamente. El siguiente fragmento da muestra de ello, le escribe desde la universidad, 1950: “Cuando sólo faltan cinco minutos para la medianoche, he decidido dedicarlos a escribir mi primera carta a mi persona favorita. Si la letra me sale torcida, solo se debe a que esta noche he bebido demasiada sidra. 

"Aunque todavía no tengo demasiadas galas en mi cuarto, lo siento bastante como un hogar. Los objetos materiales a veces pueden llegar a resultar terriblemente acogedores”. Podemos leer sus misivas en el libro titulado "Cartas a mi madre", editado por Random House. 

Continuará el próximo miércoles…

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