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En la ruta lectora

Foto(s): Cortesía
Giovanna Martínez

Mónica Ortiz Sampablo

Última de tres partes

Cada quien posee una ruta lectora en la que se encontró con personajes, lugares, frases célebres de cuentos, mitos o leyendas; llegaron por diversas vías, unas orales, otras escritas; libros diferentes, voces distintas.

La casa y la escuela son principalmente los lugares en los que se deambula por unos buenos años; lugares en los que se convive con libros, unas veces más en uno que en otro y viceversa. Ya antes he mencionado cómo llegaban a casa los libros, pero sería injusto no mencionar la amistad que hice con ellos en la escuela.

Recuerdo que mi maestra Ruth, de tercero de Primaria, me hizo un regalo al finalizar el ciclo escolar; se trataba de un libro, “Fábulas, leyendas y cuentos", un tomo de pasta dura, con relatos cortos. Cada vez que lo abría, me gustaba encontrarme con la dedicatoria; si mi maestra se había tomado el tiempo para escribir unas palabras en un libro que había comprado para mí, es porque me consideraba especial, entonces no podía defraudarla. El crecimiento lector se nutre de muchas formas, no solo en los libros como objetos. Retomo aquí la importancia de hacer las anotaciones pertinentes en nuestra línea de tiempo lectora; libros, pero también personas.

Más adelante, en la Secundaria, me encontré con una maestra de Español, quien nos permitía realizar obras de teatro con los fragmentos del libro "Español Activo", de Lucero Lozano. Se sumó mi mejor amiga, que el día de mi cumpleaños me llevó como regalo "Narraciones extraordinarias" de Poe, y qué decir del Bachillerato, que fue el boom de mi formación lectora. Se habla mucho sobre los textos obligatorios y la lectura por placer; en mi ruta lectora han convivido ambos, y ambos han sido de utilidad. No recuerdo una lectura impuesta de calidad ínfima. Lo que sí tengo presente es que hubo un periodo en el que no leí libros como tal; fui al cine, al teatro, conviví y salí al mundo, pero no abrí un libro; esto, que ahora identifico como las otras lecturas de mi vida.

Cada quien posee una ruta lectora diferente, que podrá variar según diversas condiciones: caminos planos, terracerías, subidas, bajadas, terrenos de a pie, sobre ruedas, con baches y sin ellos, de todo… lo importante es continuar avanzando, aunque a veces tengamos que detenernos un momento.

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