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El lector furtivo: La Sociedad de las Poetas

poetas_de_oaxaca
Foto(s): Cortesía
Redacción

Rafael Alfonso

 

Apenas me puse en pie, después de un par de semanas en cama, y me dispuse a acompañar a mis amigas de La Sociedad de las Poetas a la presentación que se llevó a cabo el día 24 de septiembre en la Biblioteca Andrés Henestrosa de la ciudad de Oaxaca. Esta fue la última de una serie de presentaciones programadas en el marco de su primer aniversario como colectivo.

En septiembre del año pasado, en 1450 Estación de las Artes, en coordinación con Jessica Santiago, preparamos una recepción para un grupo de mujeres poetas que se reunirían en aquel espacio. Ahí, Nallely Tello y  Jessica (las únicas asistentes a la reunión), intercambiaron por primera vez puntos de vista y expectativas respecto de la poesía, y hablaron de la pertinencia y necesidad de formar el colectivo que ahora celebra su primer año. A la siguiente reunión, en el mismo espacio, se sumaron Enna Osorio, Elia Pérez y Andrea Carrasco y en cada encuentro, ya en diferentes sedes, ha sido constante la adhesión de alguna nueva voz en este concierto.

La Sociedad de las Poetas son un colectivo de mujeres unidas por la palabra. El sencillo nombre que eligieron para su iniciativa, refleja el espíritu del grupo. No se trata de descubrir el hilo negro, sino de confluir y ejercitar la poesía en un entorno de camaradería y cooperación. Lo anterior me lleva a pensar que es muy de oaxaqueños la reunión desinteresada y solidaria trabajando en pro de un objetivo común y compartiendo los beneficios que de ella pudieran resultar. También advertimos claramente, al interior del grupo, que hay algo más que trabajo. Entre ellas existe empatía, sororidad orgánica y, ¿por qué no decirlo? un cariño, que crece en el grupo, conforme es mayor el tiempo de convivencia.

Uno de los cuestionamientos que en un principio se puso sobre la mesa, fue la pertinencia de ser un grupo de mujeres poetas y no un grupo de poetas, a secas. Si no todas, varias de ellas, han pasado al costo la experiencia de coincidir en talleres y encuentros con compañeros varones, siendo una constante la imposición de los puntos de vista, el acaparamiento del liderazgo y del reconocimiento, sumando a ello -en ocasiones- el más o menos velado menosprecio por la producción de las compañeras por parte de los compañeros poetas. Tales actitudes pueden tomar la forma de un benévolo paternalismo, cuando no de la agresión franca que incluye la presentación de sus personas como “estímulos visuales” para la audiencia. Aunque no todas ellas son militantes feministas, la realidad que experimentamos como país y como estado, confirma la necesidad de formar colectivos de mujeres.

Ciertamente no hay prisa por gestar una escuela teórica o un estilo generacional en su trabajo poético; supongo que esto ocurrirá al tiempo, mientras se leen y se influencian unas a otras en el taller permanente que han establecido, de la misma forma en que han gestionado espacios e invitaciones a distintos foros. Podríamos decir que, siendo un grupo tan amplio, la voz lírica de cada una de ellas alcanza momentos afortunados; las disparidades, que las hay, tienen que ver con el recorrido que lleva cada una ejerciendo la poesía. El rango de edad de las integrantes del colectivo es amplio y por lo mismo cuentan con distintas trayectorias.

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