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El lector furtivo: España, la leyenda negra

Foto(s): Cortesía
Redacción

Rafael Alfonso

Retomando lo dicho en la anterior entrega, si bien es cierto que ninguna empresa exitosa, como lo era el Imperio Español, es ajena a una campaña de desprestigio, hablamos de “leyenda” negra porque, a fuerza de repetirse por siglos, ésta fue capaz de anclarse en la tradición del discurso geopolítico de occidente.

A la Leyenda Negra debemos, por ejemplo, el hecho de que el idioma español sea menospreciado para la construcción de las ciencias y la filosofía, siendo que su grado de sofisticación, y por lo tanto de precisión, respecto del inglés, francés y alemán, lo hacen un idioma perfectamente apto para estas actividades; sin contar que, como lengua literaria, es simplemente insuperable.

También se habla del fanatismo religioso de los españoles y se cuestionan severamente los trabajos de la Santa Inquisición. Se habla sin sustento de decenas, si no es que cientos de miles de víctimas sometidas a las más crueles torturas; desconociendo que los juicios en este contexto eran todos protocolizados documentalmente y tenían como objetivo la conversión y el arrepentimiento, según fuera el caso. Las penas máximas como destierro, confiscación de bienes y muerte en la hoguera, eran casos excepcionales. En el transcurso de tres siglos, haciendo cotejo de las actas, muchos historiadores han contabilizado un máximo de tres mil víctimas.

Es justo considerar que, en aquel momento, todos los estados se organizaban en torno de una religión y el fanatismo no era privativo de España. Parte de la Leyenda Negra consiste en ver la paja en el ojo ajeno y no mirar la viga en el propio. Habría que preguntarse cuántas “brujas” —en el mundo protestante contemporáneo al Imperio Español—, fueron llevadas a la hoguera (tanto en Europa como en América) sin juicio, en juicios sumarios o de plano en linchamientos informales. Solo en Alemania, el cálculo más conservador habla de 22 mil víctimas. Salem (un poblado americano) donde fueron ejecutadas 20 mujeres de un tirón, es solo ejemplo de lo que solía suceder al respecto. En España, el número de mujeres ejecutadas por brujería es reducido, y mucho se debe precisamente a que, tras la ejecución de 40 personas en Navarra, una junta de juristas de Granada determinó que por ley, los casos de brujería tendrían que ser remitidos a la Santa Inquisición.

En cuanto a lo que nos compete como americanos, la Leyenda Negra también narra la conquista y el gobierno virreinal español en América como una masacre indiscriminada de indios y una expoliación de los recursos naturales. Sin embargo, se pasa de largo que el objetivo de La Corona fue hacer de los indígenas, súbditos, reconociéndoles como sujetos de derechos —dicho sustentado con un sólido aparato jurídico y burocrático— lo cual permitía legalmente el mestizaje, algo impensable para los ingleses quienes, en sus colonias americanas trabajaban activamente para exterminar a la población nativa o reducirla a lugares confinados.

En su libro "La leyenda negra: historia del odio a España", Alberto G. Ibáñez nos muestra cómo el discurso hispanofobo persiste en la actualidad y cómo, lamentablemente, sus expresiones hacen mella no solo en la visión que el mundo tiene de España, sino también en la que españoles e hispanohablantes tienen de sí mismos.

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