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El lector furtivo: El fautista de Hamelin

flautista_de_hamelin
Foto(s): Cortesía
Redacción

Rafael Alfonso

 

Sabemos que toda leyenda guarda en sus entrañas algún hecho de la vida real, pero eso no hace menor mi sorpresa al conocer el trasfondo de una de las más populares del mundo. "El flautista de Hamelín" es una historia de fama universal gracias a la versión de los hermanos Grimm, cuyas historias, recuperadas del folclor de los pueblos de Europa, son parte esencial del cánon de la literatura infantil.

Los hechos que dieron pie a la leyenda que ha dado la vuelta al mundo, han quedado inscritos en documentos, es decir, estamos ante un hecho histórico en plena regla. Por supuesto, lo más asombroso del suceso en cuestión es que se trata, de un hecho inexplicable, misterioso y mágico. Los Hermanos Grimm pudieron vislumbrar en él un cuento de hadas, y es en esta forma como finalmente ha llegado a las bibliotecas del mundo.

El hecho histórico

En la calle Bungelosenstraße de Hamelín hay una inscripción que reza de la siguiente manera: “En el año de 1284 en el día de Juan y Pablo/ siendo el 26 de junio/ por un flautista vestido con muchos colores,/ fueron seducidos 130 niños nacidos en Hamelín/ y se perdieron en el lugar del calvario, cerca de las colinas”.

A esto sumemos que la propia ciudad de Hamelín, tiene una tradición que casi es ley: en dicha calle no se puede tocar música, de modo que cuando un desfile o procesión implica la participación de una banda musical, ésta guarda silencio al llegar a dicha calle, además de que están prohibidos las tiendas de discos, instrumentos musicales, antros, salas de concierto y en general cualquier tipo de establecimiento comercial que reproduzca música con alto volumen. Estos elementos nos dan una idea de cómo los habitantes de Hamelín se toman bastante en serio este asunto.

El cuento de hadas

Según cuentan los Hermanos Grimm, la ciudad de Hamelín fue asolada por una plaga de ratas que, entre otras cosas, “se subían a las cunas para morder a los niños, robaban enteros los quesos de las despensas [...], metían los hocicos en todas las comidas […] y roían las ropas domingueras de la gente”, además de treparse a las faldas de las mujeres.

A la ciudad llegó el flautista que da nombre al cuento y tras acordar un pago, tocó su instrumento; entonces la música, como si se tratara de un apetitoso cebo, fue seguida por la plaga. De esta forma, el flautista condujo a las ratas hasta un río, donde se ahogaron. Sin embargo, a pesar del éxito de la operación, el alcalde de la ciudad desconoció el trato y negó al músico-hechicero el pago acordado.

Caro pagarían los ciudadanos la falta cometida por su autoridad. El flautista volvió al día siguiente y comenzó a tocar, pero en esta ocasión no fueron ratas, sino niños los que lo siguieron en tropel hasta perderse con él, tras ingresar a una cueva que se abrió en las colinas.

Muchas teorías han tratado de explicar racionalmente el suceso, entre ellas la de que un líder religioso convenció a algunos jóvenes de abandonar Hamelín y fundar a su lado una nueva ciudad. Sin embargo, lo anterior no está plenamente comprobado, de manera que la inscripción de Hamelín documenta uno de los casos de desaparición masiva, más impactantes del mundo.

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