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Consultorio del alma cuenta conmigo: el cielo de los pandas

panda-acostado
Foto(s): Cortesía
Alejandra López Martínez

Rafael Alfonso

En ocasión de un viaje en taxi, escuchaba por la radio una historia de las que se conocen como “de enseñanza”. Esta llamó mi atención y narraba lo siguiente:

El infierno

Cuando un panda ha sido malo en su vida, al morir es condenado a pasar la eternidad en el infierno de los pandas. Ciertamente se trata de un lugar escalofriante, un prado verde con un alto follaje en el que brotan varas de bambú por todos lados. A pesar de que cuenta con todo lo necesario para que sus habitantes sean felices, hay una regla absurda que vuelve imposible la convivencia pacífica entre ellos, ya que no es permitido que ningún panda coma de su propia vara de bambú, sino que debe alimentar a otro. De esta forma, cada hora de la comida es ocasión para que se desaten graves rencillas, pues los pandas del infierno no tienen voluntad alguna de alimentar a su prójimo y, antes que eso, le alejan las hojas de bambú al que va a dar el bocado, se golpean con las varas o, peor aún, se pican los ojos, de manera que no son pocos los pandas ciegos que deambulaban por el lugar. Ni qué decir lo que sufren los desdichados animales que ahí moran.

El cielo

En contraste, los pandas que han sido buenos en vida, al morir están destinados al cielo de los pandas. El cielo es un lugar bastante similar al anterior, un prado verde con un alto follaje en el que brotan varas de bambú por todos lados. El cielo de los pandas tiene una sencilla regla, la cual procura la sana convivencia de todos sus habitantes. Esta regla consiste, ya la imaginará el lector, en que ningún panda puede alimentarse de su propia vara de bambú, sino que debe convidar a otro. Lo anterior da ocasión a que los pandas gentilmente se acerquen las hojas, fortalezcan su amistad y de paso se acicalen y se hagan mimos, de modo que en ese paraíso, todo es felicidad.

Este tipo de cuentos es interesante porque su intención es hacernos reflexionar sobre la vida, buscando con ello motivarnos a un cambio. En ocasiones tenemos la sensación de estar viviendo, como sociedad, en el infierno de los pandas, y puesto de este modo, pareciera que basta un pequeño cambio de actitud para pasar al cielo de los pandas.

Una posibilidad

Sin embargo, desde el Psicoanálisis, podemos decir que operar un cambio de actitud no es tarea simple. Muchas veces, al intentarlo, hemos tenido la sensación de andar un sendero que nos regresa, sorpresivamente y sin saber cómo, al mismo punto del que partimos. Esto sucede porque nuestra actitud ante la vida está enraizada en situaciones emocionales que se dieron en nuestra más tierna infancia, y dicha actitud nos procura cierto tipo de satisfacción o nos salvaguarda de la angustia que nos provocan ciertas situaciones. Si somos ese panda que le pica los ojos a los otros, lo somos por varios motivos, muchos de ellos ocultos a nuestra conciencia; en otras ocasiones, tenemos pleno conocimiento de ese egoísmo.

El método de investigación de la vida anímica desarrollado por Sigmund Freud nos enseña que ese pequeño cambio que deseamos operar en nuestra vida, requiere de una investigación seria y comprometida con nosotros mismos, además de ser acompañados por alguien que haya transitado ese camino y tenga una formación para dicha tarea.

¿Quieres saber más? Pide informes a los teléfonos 951 244 7006/951 285 3921 y ¡Hazte escuchar por un psicoanalista del INEIP A.C.!

[email protected]

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