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Amparo y Julio, una amistad forjada por las letras

retrato
Foto(s): Cortesía
Redacción

Mónica Ortiz Sampablo

 

La pluma se desliza sobre la hoja, de acuerdo a la intención de la mano que gobierna el sentimiento. Hay cartas de amor en hojas perfumadas, hay otras que rayando en la locura rasgan el papel, riegan la tinta, desdibujan las palabras, acarician o desgarran. Sin embargo, no solo han sido escritas por amantes; edulcoradas o llenas de veneno. La fraternidad, la amistad, el amor de padres a hijos y viceversa, así como la amistad, han dejado testimonio de la necesidad de expresar y comunicar aquello que apremia.

Entre los escritores se forjaron relaciones entrañables mediante cartas; uno de los casos que me parece icónico y que a continuación desarrollaré, es el de la amistad epistolar entre Amparo Dávila y Julio Cortázar, quienes sin conocerse establecieron un vínculo importante a través de las letras. La escritora cuenta que una vez publicado su libro "Tiempo destrozado" en 1959, su amiga Emma Susana Esperatti, quien admiraba enormemente su trabajo, se tomó la libertad de enviar a Julio Cortázar, amigo suyo, un ejemplar, desde luego sin el consentimiento de Amparo, quien al enterarse se molestó en demasía, ya que ella se consideraba principiante y no concebía que su amiga le hubiera enviado a un escritor de la talla de Julio su primer libro de cuentos.

Tiempo después, le hablaron de las oficinas del Fondo de Cultura Económica para decirle que tenían una carta para ella. Al recibirla, observó las iniciales J.C.

En primera instancia, el escritor le agradece el haberle enviado su libro, expresa el placer experimentado al leer el cuento “Tiempo destrozado”; lo califica como extraordinario, más como un poema que un cuento, incluso lo compara con el trabajo de Leonora Carrington. Más allá de este elogio a su forma de escribir, le extiende la oportunidad de seguir leyendo sus textos, incluso se atreve a hacerle observaciones muy directas cuando dice “…en su libro también la tensión es desigual, y al lado de cuentos logradísimos, hay otros que titubean…”. Y antes de cerrar la misiva, expresa: “¿Pero ¿qué importa, cuando se ha tocado ya tan alto?”

Lógicamente, pienso que después de leer esta carta, Amparo ya no estaba tan enojada con su amiga.

Continuará el próximo miércoles.

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