POR: ANTÍA ALFONSO
Las páginas muestran la figura de Clarice Lispector en el tiempo. En ellas se dibuja a Clarice niña, Clarice adolescente, Clarice adulta, a través de su escritura: ella narra sucesos fuera de lo cotidiano, como encontrar un dulce que no acababa nunca -el chicle de "Miedo a la eternidad"- o conversaciones espontáneas con los taxistas de Río de Janeiro, aunque también expresa sus sensaciones sobre temas tan comúnmente abordados como amor y la familia. Su forma de escribir, llena de fijación instantánea de diversos momentos de la vida, lleva al encuentro íntimo de una mujer sumamente comprometida con su quehacer.
“Aprendiendo a vivir” es una parte de la obra periodística de Lispector. Se trata de los textos publicados en O Jornal do Brasil entre septiembre de 1967 y diciembre de 1973. Esta obra, junto a “Para no olvidar”, es una antología de "A Descoberta do Mundo", que en su conjunto recogen la labor que realizó la autora en el citado diario. Estas crónicas contienen desde reflexiones metaliterarias hasta pasajes plenamente autobiográficos, regalos de Clarice para sus lectores. En ellas, habla de sí misma: sus hijos, la casa, la ciudad, su pasado, los lugares por donde fue, los amigos, los gatos, la escritura, el arte. Y, aunque afirma no ser esta su intención, inserta también su pasado literario recurriendo con regularidad a fragmentos de sus trabajos previos.
Están ahí sus labores domésticos y literarios como novelista, cuentista, cronista. Aparecen en sus letras las personas más próximas y comparecen las lectoras que dialogan con ella a través de cartas (en los tiempos de la publicación de O Jornal do Brasil, Clarice responde su correspondencia a través de las crónicas). Al mismo tiempo, transmite su miedo a perder paulatinamente el alma al escribir tan regularmente como un periódico lo exige. En sus propias palabras: “escribir mucho es capaz de corromper la palabra”.
