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LECTURAS PARA LA VIDA: El amor en las cartas de Wislawa Szymborska

portada-oaxaca
Foto(s): Cortesía
Redacción

Mónica Ortiz Sampablo

 

Primera de tres partes

 

Uno de los tópicos que suele ocupar protagonismo en las cartas de todas las épocas es el amor, algunas veces expuesto del brazo de la cursilería, otras veladamente, unas más lleno de ingenio e ironía, enmarcado en una caligrafía imperfecta, o adornado con trozos de papel.

En mi habitual cacería de cartas me atreví a buscar las de una de mis poetas favoritas, me consumía saber si se había dado a la tarea de cartearse con amigos o amores. Qué curioso, antes de iniciar con esta serie de notas sobre las cartas de los escritores, no me asomaba a sus biografías, me interesaba poco conocer la historia detrás de la mano que movió la pluma que escribió el cuento, la novela, el poema; a estas alturas no sé decir si estaba mejor antes o ahora que me he llevado grandes sorpresas.

En este caso con Wislawa, quien es una de las mujeres (contadas) que recibió el premio Nobel, una poeta polaca, cuya obra se sostiene en la forma tan contundente, fina, frontal, irónica, con la que puede contar breves narrativas con poesía; para ella todo es importante.

Szymborska fue una mujer que alguna vez se casó, no tuvo hijos, se divorció y poco antes de cumplir 40 años conoció a Kornel Filipowicz también escritor, poeta y guionista de cine; ambos se enamoraron, mantuvieron una relación de más de dos décadas, no vivieron juntos jamás; Wislawa dijo en cierta ocasión: “Sería ridículo: uno escribe a máquina, otro escribe a máquina... Éramos como dos caballos que van a galope uno al lado de otro” 

El suyo fue un amor profundo, inusual, al menos para quienes no conciben una relación si no es compartiendo el día a día, de la mano o de la greña con el ser amado. La correspondencia de estos personajes abarca el periodo 1966 y 1985; se escribieron durante más de 20 años, textos llenos de humor, pasión e imágenes, ambos eran amantes de las postales, a Wislawa le encantaba crear collages con recortes de revistas con los que decoraba sus cartas, siempre con humor; he aquí una muestra de cómo le responde Filipowicz: “Querida, ayer recibí tu preciosa pierna [se refiere a una postal que ella le envió una semana antes], ay, ¿de qué me sirve una? ¡Estoy esperando la otra!”

Continuará el próximo miércoles…

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