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LECTURAS PARA LA VIDA: Cuentos del Doctor Lector; Un corazón de pétalos

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Foto(s): Cortesía
Redacción

Fanny Mijangos Cortázar

 

Última de cuatro partes

 

–No. Es una enfermedad como todas, pero algunas se atienden en casa y otras en el hospital. La mía es de esas.

–Entonces, ¿cómo voy a saber de ti?

–Mira, cuando pienses en mí, ven a ver a mi preciosa Baccará. Tenemos una conexión especial, ella puede percibir mi alegría y mi tristeza.  En unos días van a empezar a caerse sus pétalos poco a poco hasta desaparecer. Durante ese tiempo, yo voy a estar enfermo; pero cuando la veas florecer de nuevo, será la señal de que estoy mejorando y que regresaré pronto.

Con lágrimas, Pablo le dijo:

–Te voy a extrañar mucho.

-Yo también amigo.

-¿Vas a estar bien? Promételo.

-Claro que sí, tengo un equipo de ángeles guardianes. Así les dice mi mamá a mis doctores y enfermeras. Son increíbles.

-Aquí voy a estar esperándote.

Y con un abrazo enorme, los amigos se dijeron hasta luego.

Dos días después, al empezar la clase, la maestra se dirigió al grupo con unas palabras que sorprendieron a todos:

– Como pueden ver, desde hace algunos días falta uno de sus compañeros. Manuel está enfermo, nació con un defecto en el corazón y ha tenido complicaciones que han menguado mucho su salud. La única manera que existe de corregir su enfermedad es con una cirugía. En este momento lo están operando. Cerremos los ojos y desde aquí cada uno de nosotros va a enviarle unas palabras de aliento y nuestros mejores deseos. Estoy segura de que él las escuchará.

Pablo se quedó atónito al oír las palabras de la maestra y en cuanto terminaron las clases, salió corriendo al jardín para ver la rosa de su amigo. Efectivamente, se había quedado sin pétalos; sólo podía verse un tallo escondido entre las hojas.

Todos los días, a la misma hora, Pablo se paraba frente a la rosa para ver si había algún cambio.

Una sonrisa de esperanza se dibujó en su boca cuando un viernes por la mañana observó en la punta del tallo un pequeño capullo. El lunes siguiente llegó muy temprano al colegio y antes del toque de entrada corrió de nuevo al jardín.

Vio con felicidad una hermosa rosa roja apuntando al cielo. Como lo había dicho Manuel, era un pequeño corazón de pétalos y comprendió entonces el parecido entre Manuel y la rosa. En ese momento tuvo la certeza de que su amigo regresaría pronto.

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