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LECTURAS PARA LA VIDA: Cuentos del Doctor Lector; Los desaparecidos

segunda-portada
Foto(s): Cortesía
Redacción

Vicente Estudillo Castillo

 

Décima de once partes

 

Cleofás le dijo a Pedro:

–Si quieres, vete pa'l pueblo; nosotros vamos a buscar un poco más adelante, que se vayan contigo todas las mujeres; nos quedaremos unos cuantos nomás; si encontramos algo del niño, alguien les avisará, tal vez lleguemos ya entrada la noche.  

Pedro aceptó el ofrecimiento que le hicieron, no podía negarse, pues había visto el esfuerzo hecho por cada uno de ellos; las mujeres ayudaron bastante, emprendieron el retorno llevando en el corazón la férrea esperanza de que pudieran encontrar al menos el cuerpecito del niño.     

Ambos padres caminaron delante del grupo, y fue en una fracción de tiempo, en que a escasos metros de ellos, se detuvo una cría de venado, era un macho. Eso hizo que todos se quedaran parados y en silencio. Dirigió la vista a ambos padres, el movimiento continuo de sus orejas indicaba posición de alerta. Se tomaron de la mano, se miraron entre sí. Cada uno en sus adentros tuvo el pensamiento de que tal vez era el espíritu de su hijo que se había convertido en un venadito. Sintieron un remanso de paz momentánea.

Fueron bajando nuevamente la montaña, ahora a pasos más acelerados, hasta que llegaron al sitio de las carretas; la pareja que se había quedado descansaba a la sombra de una pochota, mientras los bueyes comían totomoste. En cuanto los vieron venir, pensaron que por fin los habían encontrado; se levantaron rápidamente del tronco en que estaban sentados, vieron que traían a la niña en los brazos. 

Juntaron los bueyes, les pusieron la coyunda, una vez uncidos, comenzó la marcha silenciosa rumbo a Tapana; ya era cerca de la media noche cuando hicieron su arribo, casi toda la gente que no se había sumado a la búsqueda, los esperaba con bombillas, lámparas, quinqués y velas. Tal parecía una procesión, uno a uno se fueron sumando, hasta que llegaron a las orillas del río “Novillero’’, en donde estaba la casa de Pedro.

Ya habían dispuesto el catre para tender el cuerpecito, como se encontraba cerca la temporada de festejar a los muertos, el aroma a cresta de gallo, cempasúchil y flor de lechita inundaba la habitación.

Continuará el próximo miércoles…

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