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LECTURAS PARA LA VIDA: Cuentos del Doctor Lector; Los desaparecidos

portada-segunda
Foto(s): Cortesía
Redacción

Vicente Estudillo Castillo

 

Novena de once partes

 

Después de tanto jaloneo, el joven reaccionó, volvió a ver el cadáver y rompió en llanto. Nunca en su vida había recibido emoción tan impactante.

–¡Pedro, aquí está Teresita!– le gritaron desde arriba.

-Pero está muerta.

Esto fue dicho con una voz que apenas ellos mismos alcanzaron a escuchar. Esta noticia provocó el desmayo en Martha; su cuerpo fatigado, cansado, sin probar alimento alguno, el desvelo, y la impresión última, fue suficiente para llevarla a la inconciencia.

Comenzaron nuevamente los rezos y llantos. A Martha le frotaban alcohol en la nuca, otros aprovechaban pa' echarse mejor un traguito. Ya una vez repuestos los que habían encontrado a la niña, pidieron que les aventaran unas cuerdas para poder bajarla; eran unos cinco metros de altura que tenía la piedra. Unos a otros no dejaban de preguntarse cómo era posible "si a los muchachos les había costado mucho trabajo subir, ora a la niña, figúrate", decían. 

Ataron el cuerpo, pasando un nudo ciego por el pecho; comenzó el descenso del cuerpecito, se veía tan frágil en la altura, se desplazaba con el vaivén del viento.  

–Con cuidado, que no se golpee con la piedra, despacio, despacio.

 Silencio. 

Cuando por fin la depositaron en el suelo, Martha ya había vuelto en sí; fue llevada por Pedro junto a la niña, se arrodilló y esta vez el llanto no tuvo compasión de los oídos de todos los presentes; era un llanto lastimero, no se entendía lo que le decía, golpeaba a los que estaban cerca de ella, se tiraba al piso, mordía la tierra, siempre preguntando: "¿por qué, por qué?"

Algo que les llamó la atención a algunos es que el cuerpo no presentaba aún rigidez, estaba frío, y no había huellas de descomposición, pues quién sabe cuánto tiempo llevaba. También preguntaban en qué momento los hermanos se habían separado, qué habría sido del menor, cómo es que no había ningún rastro. 

Uno de los de a caballo, no esperó más, se subió a la bestia, le espueleó y se dirigió rápidamente rumbo al poblado. Pasado ya un rato, el rostro de los sufridos padres se tornó más sereno; hasta el momento la búsqueda no había sido estéril, se les notaba un poco de paz.

Continuará el próximo miércoles…

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