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La maternidad y sus conflictos

madres-hijos
Foto(s): Cortesía
Giovanna Martínez

Gloria Cruz González

Recientemente he visto que, con motivo de la celebración del Día de las Madres, de forma humorística, se hace ciertos reproches a esta figura, la mayoría de ellos por el uso de la violencia como método disciplinario. Así pues, a manera de meme, a la madre se le recriminan los chanclazos, los “manazos”, escobazos, o bien, la forma poco amable y amorosa de educar al hijo.

Abnegación y renuncia

El reciente reconocimiento de los estereotipos de género nos permite hacer notorio que, desde siempre, a la mujer se le ha encargado el papel de cuidadora y criadora de los hijos, esto como parte “natural” de su destino; además, se le demanda que desempeñe este papel de forma impecable. De no cumplir las tareas propias de su rol, se le hacen serios reproches, pues dichas tareas deben realizarse de manera amorosa, responsable y eficaz, no tomando en cuenta para ello las circunstancias en las que la mujer concibió y dio a luz, ni la forma en que establece los vínculos con el hijo desde su propio deseo de ser madre, mismo que, al parecer, es una exigencia que históricamente ha tenido que cargar la mujer.

La maternidad está relacionada socialmente con la abnegación, por lo que este atributo es uno de los más ensalzados en su día; para algunas mujeres, esto implica un gran sacrificio de los propios intereses y deseos y esto conlleva sufrimiento, máxime cuando el ser madre no es totalmente voluntario o una elección. Por esta razón, la maternidad, eventualmente, se vuelve una carga y es ahí donde encuentran cabida las formas violentas de relacionarse con los hijos.

Expectativas y fantasías

Adicionado a lo anterior, no perdamos de vista que cada una de las historias de maternidad es diferente desde la concepción -o inclusive desde tiempo atrás-, pues la disposición psíquica (expectativas) hacia el hijo o hija está dada por las fantasías (todo lo que ha pensado) en torno a lo que implica ser madre; además de que, dicha disposición es reforzada por los fantasmas psíquicos que nos abordan en el desarrollo, como el miedo a la soledad y el deseo de ser amada, y habría que agregar que algunos de estos son avasallantes. Estos fantasmas psíquicos -como los llamamos- son pilares en la frustración o el acogimiento del deseo de ser madre, los cuales alcanzan expresión en las manifestaciones amorosas o de crueldad al momento de educar a los hijos.

Ausencia de paternidad

Como si los conflictos internos, el incumplimiento de expectativas y las presiones sociales que definen qué es ser madre fueran poco para la mujer, existe otro importante elemento que no se pone sobre la mesa en dicho juicio, la ausencia de las paternidades. Ésta es resultado de la debilidad del hombre que no solo abandona a los hijos, sino que también obliga a la mujer a enfrentarse en solitario a este rol. No conformes con esto, muchos de estos hombres se erigen como jueces de la maternidad.

Estas son algunas de las vicisitudes que se entretejen en el ejercicio de la maternidad y la relación que la mujer establece con los hijos, los cuales -al momento de emitir juicios de quién es buena o mala madre- generalmente se dejan fuera. Además, dichos juicios cometen una injusticia y son producto de una moral ciega.

Si eres una mujer que tiene conflictos con la maternidad, recuerda que puedes resolverlos haciéndote escuchar por un psicoanalista.

¿Quieres saber más? Pide informes a los teléfonos 951 244 7006/951 285 3921 y ¡Hazte escuchar por un psicoanalista del INEIP A.C.!

[email protected]

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