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Infancia es destino

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Foto(s): Cortesía
Giovanna Martínez

Alejandro José Ortiz Sampablo

Hace un par de semanas, después de poco más de dos años, niños y jóvenes regresaron a las aulas para tomar sus clases de manera presencial. Con ello, comenzamos a retomar el ritmo de vida que teníamos antes de la pandemia provocada por el SARS-CoV-2.

Mirando sin ver

Uno de los proyectos del INEIP A.C., que se vio pausado por las medidas sanitarias adoptadas, fue “Infancia es destino”, el cual tiene como finalidad incidir en la problemática presente y futura que desencadenan los malestares contemporáneos que aquejan a las generaciones del siglo que inició hace 22 años.

Por lo general, nuestra manera de expresarnos oculta el origen de los conflictos que adolecemos. Al respecto de lo que viven niños y jóvenes, es común escuchar, tanto a los padres y madres como a profesionales de la salud mental, aludir a dichos malestares como si fuesen una consecuencia propia de haber nacido en un nuevo siglo -caracterizado por la omnipresencia de la tecnología digital y la globalización que desplaza los valores tradicionales-, lo cual no podemos decir que es mentira; sin embargo, sabemos desde muchos años atrás que la mejor manera de ocultar o negar algo es diciendo una verdad. En este caso, vemos claramente cómo se echa a andar dicha estrategia, operada por la entidad psíquica llamada Yo.

El ocultamiento

Los niños y jóvenes de este siglo no responden ante las vicisitudes que la vida cotidiana les plantea de la misma manera que nuestros padres y abuelos lo hacían. El mote de “generación de cristal” ha permitido que los adultos (encargados de su educación) desvíen la atención del origen del problema. Por otro lado, la nueva nomenclatura que delimita la salud mental, dictada por la industria farmacéutica, permite a los individuos (padres y madres) ignorar la influencia que sus actos han tenido en el posible trastorno que aqueja a su hijo.

Si usted, amable lector, acude a cualquier página de internet que brinde información sobre los trastornos mentales, podrá recoger las diversas causas que los provocan. Básicamente encontrará la concordancia en que son factores psicológicos, sociales y biológicos los elementos inseparables para dar explicación a la pérdida de la salud mental. Sin embargo, para algunos, el comportamiento humano se reduce a la sinapsis cerebral, y desde tal premisa pretenden explicar desde el comportamiento cotidiano, hasta la conducta más aberrante que puede ejecutar un ser humano.

El trabajo que retomaremos con las escuelas públicas tiene como finalidad que los encargados de la educación, padres, madres y profesores, tomen conciencia de cómo los malestares contemporáneos que los aquejan tienen su origen en las sutilezas de la vida cotidiana. Podemos seguir en el error de solo aludir a lo psicológico, social y biológico como el origen de los males, sin prestar atención al trato cotidiano que tenemos con nuestros hijos.

¿Quieres saber más? Pide informes a los teléfonos 951 244 7006/951 285 3921 y ¡Hazte escuchar por un psicoanalista del INEIP A.C.!

[email protected]

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