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¡Hasta el otro año!

guelaguetza-oaxaca
Foto(s): Cortesía
Redacción

Rodrigo Velásquez Torres

Recién el pasado lunes se llevó a cabo la Octava del Lunes del Cerro, dando con ello el cierre tradicional a la festividad, aunque todavía el calendario oficial del programa tenga todavía algunos espectáculos programados. Lo cierto es que, después de dos años de cancelación por motivos conocidos, ¡por fin se pudo llevar a cabo la celebración de folclore más trascendental de Latinoamérica!

Se trata de fechas donde convergen en la ciudad un amplio número de turistas que abarrotan las calles y son felices comiendo en restaurantes propiedad de extranjeros, pero atendidos por sencillos oaxaqueños y oaxaqueñas utilizando vestimenta de gala de comunidades originarias, portando así, con orgullo, las raíces de su cultura mientras realizan su trabajo de servicio, una experiencia total para el comensal, que viene a disfrutar de una experiencia única desde México hasta la Patagonia.

Si bien los registros del rito con el cual se vincula a la festividad data de la época prehispánica (el sincretismo de los naturales de la época los llevó a vincular su festividad primigenia con la de los conquistadores), algunos investigadores, como Hermann Bellinghausen, encuentran registros de una Guelaguetza desde la época juarista, mientras que el Archivo General del Estado de Oaxaca (AGEO) tiene registros de programas de la festividad que datan de 1931-32 (justo el terrible año de los terremotos que acabaron con la ciudad), haciendo énfasis en el carácter de "legendaria y tradicional" de la festividad y es a partir de esa fecha donde comienza el conteo oficial de la celebración, que en esta ocasión conmemoró 90 años de llevarse a cabo y la festividad se hizo a lo grande.

Durante estas nueve décadas, la celebración ha cambiado mucho, comenzando como una invitación de apoyo por parte del municipio capitalino hacia las demás comunidades del estado para que estos últimos brinden apoyo ofreciendo una Guelaguetza a quienes habían perdido todo en los terremotos, hasta convertirse es una celebración totalmente privatizada y comercial que nada tiene que ver con el primer espíritu con el que se celebró, transformada gracias a la máquina imparable del capitalismo, en una fuente anual de ingresos que hay que aprovechar al máximo, pasando por encima de quien se ponga enfrente, pues el capital no concede tregua ante su rival hasta que lo compra y modifica o lo destruye.

Es cierto que estas fechas representan un enorme respiro económico para el comercio local, que pertenece, gracias al proceso de gentrificación, a extranjeros que vieron en la ciudad un paraíso para realizar sus negocios, creando (explotados) empleos que durante estos días encuentran en las propinas una oportunidad de generar más recursos económicos que les permitan salir adelante con sus actividades personales.

Así pues, para muchas personas esta es una época en donde el trabajo se vuelve agotador; además, a través de los años se ha hecho de la Guelaguetza una marca oficial explotada en todo el mundo, volviéndose nuestro máximo referente a nivel internacional y la cual se seguirá realizando por muchos años más, haciendo de la cultura y tradición una festividad alejada de la comunidad que le da origen y volviéndose en cada celebración un espectáculo para quien quiera y pueda pagarlo. 

Contacto y réplica:

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