El 26 de febrero de 1975, la reina Isabel II y su esposo, el príncipe Felipe de Edimburgo, visitaron Oaxaca. A 47 años de aquel viaje de los reyes de la Gran Bretaña a la Verde Antequera, te presentamos algunos detalles de su visita.
La famosa puntualidad inglesa
Seguramente has escuchado acerca de lo importante que es para los ingleses la puntualidad, pues en esa ocasión la reina dio un ejemplo claro para sus anfitriones sobre este concepto, pues llegó en punto de las 17:00 horas al aeropuerto de Xoxocotlán.
La banda de música y el Himno Británico
Apenas descendían de la aeronave Super DC-10 de la empresa British Airways, cuando la Banda de Música del Estado interpretó las notas del Himno Británico.
Monte Albán, una prioridad
A pesar de sólo haber permanecido 22 horas en la capital oaxaqueña, la reina no dejó pasar la oportunidad para conocer esta joya prehispánica. Arribó acompañada de sus anfitriones, Manuel Zárate Aquino, gobernador de Oaxaca en aquel entonces, así como el doctor Ignacio Bernal, quien se encargó de la explicación y guió el recorrido por la zona arqueológica.
Una Guelaguetza para los reyes
El pueblo de Oaxaca hizo vibrar el corazón de la reina con la presentación de sus siete regiones, en ese entonces, las cuales desfilaron con donaire y exhibieron con orgullo sus tradicionales bailes, mostraron sus trajes regionales durante la fiesta que se armó en la Plaza de la Danza. Además los participantes entregaron obsequios a la monarca, quien quedó conquistada con el folclor oaxaqueño.
Obligada visita a Santo Domingo
La reina de Inglaterra conoció el ex convento de Santo Domingo de Guzmán y gracias a las explicaciones del gobernador de Oaxaca conoció algunos detalles de la arquitectura de este templo.
Este 8 de septiembre, tras un reinado de más de 7 décadas, fallece la reina Isabel a los 96 años de edad.
La operación 'London Bridge' (Puente de Londres) se inició en el momento en el que se confirmó la defunción de la monarca.
El Gobierno británico decretó nueve días de luto oficial en el Reino Unido. Durante los ocho primeros, se celebrarían las procesiones ante el féretro. Y en el noveno, el Big Ben haría sonar su campana con un tono más solemne de lo habitual a las 9.00.
Dos horas después, daría comienzo el funeral en la Abadía de Westminster, que sería retransmitido mundialmente. Una vez finalizado el acto religioso, el cadáver de la reina sería trasladado hasta Windsor, donde quedaría enterrado en la cripta real del castillo.
