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EL LECTOR FURTIVO; Darío Fo: riendo con el puño en alto

segunda-portada
Foto(s): Cortesía
Redacción

Rafael Alfonso

 

En la Europa de la posguerra, dominada por el realismo solemne y la seriedad intelectual, apareció Darío Fo refrescando los escenarios con la irreverencia heredada de la Commedia dell'arte. Sus personajes son caricaturas grotescas de la clase dominante, políticos corruptos y burgueses hipócritas que se mueven en un torbellino de humor negro, juegos de palabras y situaciones aparentemente absurdas que, después de hacer reír al espectador, lo obligan a reflexionar. Sus obras son espejos deformantes que reflejan (aún hoy)  muchas de las miserias y las injusticias de la sociedad.

Fo, nacido el 24 de marzo de 1926 en la Lombardía rural, no era un escritor cualquiera, o al menos no era sólo un escritor, era también actor, director teatral, pintor, cantante y agitador político; un artista que desafiaba las convenciones con la irreverencia de un niño travieso y la sabiduría de un juglar curtido en la plaza pública.

Crecido en la Italia fascista, Fo desarrolló —junto a su amada Franca Rame— un teatro combativo, irreverente, profundamente político, pero sobre todo, divertido; cuando en Italia pobreza, corrupción y desigualdad social eran el pan de cada día. Su teatro, como corresponde al buen teatro militante, es una mezcla explosiva de farsa, sátira política y crítica social dirigido a sacudir la conciencia del público, o a corroborar lo que sus correligionarios del partido comunista ya saben, que la libertad humana vive bajo amenaza constante entre la explotación capitalista y el autoritarismo, y no pocas veces, bajo regímenes que son resultado de una combinación de ambos.

 

 

Fo, sin embargo, no se limitaba a ser un agitador político. Era también un poeta, un maestro del ritmo y la gestualidad que convertía cada palabra y gestos en carcajadas y cada una de estas en un proyectil militante. Su dominio escénico como actor y su capacidad para crear personajes memorables lo convirtieron en una figura legendaria del teatro europeo. Entre sus más de 40 obras de teatro destacan los títulos: Mistero buffo (1969), Muerte accidental de un anarquista (1970), Tan, tan. ¿Quién es? La policía (1972), ¡Aquí no paga nadie! (1974), La mujer sola (1977) y Pareja abierta,(1983).

Su talento y aporte al mundo de las letras fue reconocido en 1997 con el Premio Nobel de Literatura “por emular a los bufones de la Edad Media en la autoridad flagelante y por defender la dignidad de los oprimidos”. Por supuesto, no faltó la polémica en torno a dicha designación. Imagine usted, un ganador del Premio Nobel que escribe obras de teatro sobre ladrones de gallinas, obreras explotadas y políticos corruptos, para muchos la designación era inconcebible. Sin embargo, Fo respondió con la ironía que lo caracterizaba: "Si el Nobel es un premio a la literatura, entonces yo lo merezco. Si es un premio a la seriedad, entonces se han equivocado de persona”.

Dario Fo partió de este mundo en 2016 y se extraña su humor inteligente y su crítica mordaz. Curiosamente, mientras sabemos que la risa es un derecho inalienable del ser humano y un arma poderosa contra la tiranía y la opresión, el mundo se vuelve cada vez más serio, solemne y aburrido.

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