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Desde el corazón hasta la realidad: la segunda oportunidad de vivir

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Foto(s): Cortesía
Agencia Reforma

Antonio Martínez

Atleta desde niña, Sandra Elizabeth Aldape nunca imaginó que su vida pendería de un hilo a los 40 años.

Llevaba un minuto en un juego de basquetbol cuando un súbito cansancio le hizo perder la respiración. Fue cuando le detectaron una miocardiopatía dilatada.

Cuatro meses después, la enfermedad se agravó al punto de sufrir un infarto, por lo que le colocaron un marcapasos y debió usar silla de ruedas porque ni siquiera podía dar 10 pasos: su respiración, dice, correspondía a correr uno de los maratones en los que le gustaba participar.

Su única esperanza, le dijeron, era un trasplante de corazón, noticia que le dio mucho temor.

"Teníamos muchísimo miedo al trasplante, a decir 'sí, acepto' ", cuenta.

"Al fin me hablaron del hospital para decirme que había un corazón para mí".

Esto fue el 27 de enero del 2018: el órgano era de un joven de la Ciudad de México que murió en un accidente automovilístico.

Dice Sandra: "Era un momento de esperanza, pero, igual, de miedo: en ese momento me tuve que despedir de mi hijo, de mi familia, de amigos, porque no sabía cómo iba a salir".

Leonardo, su hijo, recibió un "Hasta luego" de Sandra como promesa de que lo acompañaría en su graduación de secundaria.

Pasaron las horas en las salas de operaciones y de recuperación del Hospital Christus Muguerza Alta Especialidad hasta que Sandra volvió en sí: "Cuando despierto del trasplante pensé que la que había fallecido era yo. Entraban los doctores a la habitación y decían 'Sandra, salió muy bien el trasplante', pero no lo creía, decía: 'Doctor, yo sé que fallecí'". 

Esto, sin embargo, desapareció cuando volvió a ver a su familia y a Leonardo: en ese momento, Sandra supo que no se trataba de su final, sino del mejor momento: una segunda oportunidad de vida.

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