El video me pareció muy interesante, en diversos sentidos. Supongo que, a varios padres de familia, que adolecen con sus hijos del problema que aborda la experta, los consejos que menciona le han de ser de utilidad; sin embargo, el discurso en sí mismo es un riesgo, pues abona al ocultamiento del verdadero problema.
Cuando comencé a ver el video -que se encuentra en la plataforma de YouTube- supe que la respuesta a mi paciente no sería sencilla, por lo que decidí esperar a verlo para proponerle me permitiera brindar la opinión solicitada en una de nuestras notas, donde aludiría a su persona, a lo que gentilmente accedió.
La experta inicia mencionando una determinada lista de problemas que se presentan con los hijos, donde ella le da, a quien la consulta de forma particular, uno de sus consejos fundamentales: “Además de lo que hay que hacer, quita pantallas”. Así mismo, menciona lo siguiente: “muchísimas problemáticas que se ven en nuestros niños, vemos que hay un detonante o una relación con las pantallas”. Sí, es verdad lo que menciona al respecto del daño que las pantallas provocan en el infante a nivel de la vista y del impacto que tienen en la lectoescritura, pero la forma en la que lo dice permite que el padre deposite el problema fuera de él y de la relación que mantiene o ha construido con su hijo o hija; en este caso, uno de esos elementos externos son las pantallas digitales.
El desconocimiento de la vida internaDecir que el detonante de los problemas pueden ser las pantallas, carece de todo fundamento. Por otro lado, decir que los problemas de los pequeños están relacionados con estas mismas o que los agravan, es un discurso que permitirá a muchos padres focalizar el problema, de forma tal, que estos terminan por moralizar el fenómeno de las pantallas digitales, pues sabemos que la entidad psíquica llamada Yo, eventualmente toma del mundo exterior solo aquello que le viene bien.
Posteriormente, la experta pasa a enumerar una serie de estrategias para bajar las dosis de pantalla, principalmente en niños pequeños. Me llamó la atención que ella mencione en particular a niños de 2 años. ¿Qué hace un niño de dos años con una pantalla? Ella nunca lo aborda. Por otro lado, dice, “ya sabemos al día de hoy que, lo que es difícil en la etapa de la infancia, puede ser atroz… en la adolescencia…”; este saber no le pertenece a la época, es un conocimiento milenario.
Concluyo entonces que la expresión “sabemos al día de hoy” solo cumple una función, en este caso, ocultar la ignorancia al respecto del empuje que evita que el hoy niño regule su entrega a este placer, y que en el futuro determinará que adolezca de alguna otra adicción.
Continuará el sábado…
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