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Consultorio del alma: cuenta conmigo, Relaciones entre hermanos y la vida infantil

Foto(s): Cortesía
Redacción

Por Alejandro José Ortiz Sampablo

Cuando los hijos son pequeños, es recurrente que no tengan una relación cordial. No falta el momento en que alguno manifieste enojo y celos sin que haya un dique que lo impida. En ocasiones, esto perdura hasta la vida adulta. Una madre, preocupada por esta situación, me preguntó: ¿Qué puedo hacer para mejorar la relación entre mis hijos?

No me será posible dar respuesta a esta inquietud sin antes contarles un poco sobre la vida infantil. Sigmund Freud, creador del Psicoanálisis, formalizó teóricamente la vida erótica e inconsciente de los individuos y llevó al campo de la ciencia aquello que las personas vivimos en lo cotidiano.

La vida infantil

Imagine, querido lector, que usted es un nuevo ser y que se encuentra a merced de los estímulos del mundo al cual acaba de ingresar. Será dependiente de los cuidados que le brinda un otro, con el cual establece prontamente una relación particular y a quien más adelante llamará madre.

Una de las experiencias casi inmediata que vivirá ese nuevo ser es la de pérdida. Muchos autores toman en cuenta la separación de la madre en el nacimiento como la primera de ellas. Otra, conocida popularmente, es el destete; sin embargo, en el tránsito de esta etapa hay un sinnúmero de vivencias que llevan al niño a sentir la experiencia de amenaza de perder aquello que posee o cree poseer.

Prontamente otra amenaza cobra relevancia, la de perder el lugar que se tiene o el cariño de la madre. La cual, eventualmente se ve reforzada con la simple idea de la llegada de un nuevo hermanito. Para muchos, pensar que el niño pueda albergar sentimientos de rechazo y odio, es exagerado. Estas mociones de afecto tendrán diferentes destinos.

Dos etapas en el niño

Para fines explicativos dividiré la tierna infancia en dos periodos: uno, donde el niño procura la investigación de ese nuevo mundo descubriendo sensaciones placenteras y displacenteras hacia las cuales no tendrá reparo en manifestar su aprobación o su rechazo; y el segundo, donde se inserta el proceso de educación; en este, el pequeño descubre que no podrá expresar libremente los afectos que le despierte el mundo exterior.

A partir de entonces, el pequeño ya no expresará su vida afectiva de manera libre; un proceso psíquico —llamado represión— se pondrá en marcha con el fin de conservar a la conciencia libre de pensamientos incómodos para la entidad psíquica llamada Yo. En ese proceso, regularmente entran aquellos que nacen del total rechazo al hermano o cualquier competidor por los mimos de la madre.

La respuesta

Como padres, muchas veces perdemos de vista los conflictos que los pequeños enfrentan y crean en el encuentro con el mundo. En otras ocasiones son los mismos padres quienes hacen cargar al hermano mayor con el hermano menor. Hay que tomar en cuenta, que este último tiene que compartir algo que en otro momento era sólo suyo, principalmente el cariño de la madre.

Antes de emitir juicios o castigar la conducta de tus hijos, primero intenta conocer qué es aquello que la origina; lamentablemente, esto muchas veces no es posible, pues lo regular es que los mismos padres desconozcamos la dinámica a la que obedece nuestra propia alma.

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