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CONSULTORIO DEL ALMA: CUENTA CONMIGO: Psicoanálisis, política y ciudadanía

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Foto(s): Cortesía
Redacción

Jesús Antonio Martínez Carrasco

 

Heridas narcisistas: Copérnico, Darwin, Freud y la mía

 

Los últimos acontecimientos convulsos y perturbadores en mi vida me hicieron recordar cómo los seres humanos nos herimos por eventos que no vaticinamos, que alteran nuestras expectativas y afectan nuestros intereses.

Esta semana recordé una reunión social a la que acudí hace varios años. En ella había artistas, académicos y escritores, entre ellos un psicoanalista quien nos leyó un artículo que había escrito para una revista; no recuerdo el nombre de él ni el título; la única cosa que vino a mi mente es que hablaba de las heridas narcisistas y que mencionó a Charles Darwin.

Las tres heridas

Siguiendo aquella pista, llegué a un texto de Sigmund Freud de 1916 titulado “Una dificultad del Psicoanálisis”. Donde concluye que el quehacer científico ha asestado tres heridas narcisistas que atravesaron a la humanidad. La primera se dio en la Astronomía, al refutarse la idea de que nuestro planeta Tierra es el centro del universo y que el resto de los planetas y astros giran alrededor nuestro. Nicolás Copérnico demostró que la tierra es otro planeta más y que éste gira alrededor del sol.

La segunda, parte de la Biología, cuando Charles Darwin expuso los resultados de sus investigaciones en el libro “La evolución de las especies”, donde explica que los seres humanos compartimos origen con los animales y somos resultado de un proceso evolutivo de millones de años y no criaturas especiales creados por un ser omnipotente.

La última, es la infringida por Freud, cuando introdujo su concepto de inconsciente. El padre del Psicoanálisis nos dice que el mundo de la razón está fracturado por otros procesos de pensamiento, los inconscientes, de los cuales no se anoticia la entidad psíquica llamada yo, es decir “Que el Yo no es el amo en su propia casa”.

Esa última frase de Freud es un señuelo teórico para explicarnos cómo el Yo, ante aquella expectativa que se crea de satisfacer sus deseos, que son remanentes de los deseos infantiles, es capaz de generar otra realidad que sustituye —en su pensamiento— a aquella que le es adversa o incómoda. Un ejemplo de esto lo encontramos en aquellas mujeres que continúan con sus planes de boda con el novio maltratador y alcohólico, suplantando dicha realidad con la expectativa de que “lo hará cambiar”.

La herida narcisista

Una de mis pasiones, además del Psicoanálisis, es la política, la cual me atrajo en los años que estudié la secundaria. Fue la música con un fuerte compromiso social —que sonaba principalmente en Radio Universidad y en otras pocas estaciones que se lo permitían— la que me movió a saber más de aquellos temas. De pronto me percaté de que me había convertido en un apasionado de la política, lo que me llevó más tarde a grupos de estudio en la materia. Hubieron de pasar varios años más para que ese camino emprendido me llevara a ocupar un puesto en el ámbito público, mismo que ocupo desde hace dos años.

Eso cambió radicalmente y fue un duro golpe para lo que en mí se había gestado como idea de política, que hoy puedo decir era una ilusión. Pensaba que esos valores que se enarbolan en la lucha: solidaridad, unión, igualdad, justicia social, entre otros, bastarían para alcanzar un cambio, pero dura fue mi caída cuando esa realidad que negaba cayó en mí, pues he podido constatar en vivo cómo el Yo, ante la menor oportunidad de sacar ventajas, olvida aquello que en su momento consideró de gran valía —sus ideales de lucha—,  y que, en caso de que pretenda mantenerlos incólumes, debe de estar dispuesto a todo, incluso a hacer la muerte suya.

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