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Consultorio del alma. Cuenta conmigo: Psicoanálisis, política y ciudadanía

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Foto(s): Cortesía
Redacción

Sindri Velasco Aguilar

 

Poder y tiempo. El precio del mañana

 

En lo personal me gustan las películas, se podría decir que soy cinéfila, antes iba sola al cine cada mes. Era muy satisfactorio ya que si estaba triste, feliz o del humor que estuviera, el cine era como un refugio para mí. Un día, después del trabajo prendí la T.V., abrí la aplicación de Netflix y, por lo cansada que estaba, puse cualquier película, la verdad no me importó. Cuando me di cuenta estaba viendo “El precio del mañana” (2011), película estadounidense de ciencia ficción distópica dirigida por Andrew Niccol y protagonizada por Justin Timberlak y Amanda Seyfried.

El bueno y el malo

El film me agrado mucho, pues me pareció que algunas situaciones que suceden en el mismo se asemejan a la vida real. En ese mundo distópico, el recurso más preciado es el tiempo, es con tiempo, y no con dinero, que los habitantes de esta sociedad pagan sus gastos. Ellos no conocen lo que es ser viejos, dejan de envejecer hasta los 25 años, después de lo cual, los que nacen en familias proletarias viven al día en un lugar llamado El Guetto.

Muchos de los habitantes del Guetto, comienzan a trabajar desde jóvenes, ya que si quieren vivir más allá de los 25 años tienen que pagar ese tiempo con trabajo. Por su parte, los ricos, tienen la expectativa de vivir por siempre, en un lugar exclusivo conocido como Greenwich. En esta trama, el Guardián del tiempo cuida los intereses de aquellos poderosos que administran el tiempo del Guetto y Greenwich. Él convive con la idea de que a cada lugar le corresponde el tiempo que tiene. Aunque nació en el Ghetto y conoce la injusticia que allá se vive, parece importarle más conservar su empleo que las muertes que hay día a día.

 

 

Todo comienza cuando Will Salas, el protagonista de la historia, observa en un bar a un hombre rodeado de mujeres, en el antebrazo de aquel hombre podemos ver que cuenta con. un saldo temporal de un milenio de años por lo que Will Salas se acerca y le dice que se cuide ya que corre peligro exhibiendo tanta riqueza. Paso seguido irrumpen los minuteros (ladrones del tiempo). Will y el hombre huyen de los mismos hasta llegar a un edificio abandonado, donde charlan. El desconocido le pregunta a Will “¿Qué harías con todo este tiempo?”. Will Salas responde: “Ayudaría a los que más lo necesitan, no sería egoísta ya que yo he vivido día a día”. Al día siguiente, al despertar, Will posee el tiempo que tenía el desconocido y lo reparte con los más cercanos a él (amigos, conocidos y familiares); a raíz de lo cual es acusado por el homicidio de aquel hombre y perseguido por el Guardián del tiempo.

El engaño

Al inicio pensé que Will era el “Robin Hood del tiempo”. Vi en él a un hombre bueno, sin embargo, su bondad desata el caos pues muchos a quienes les regaló tiempo no lo valoraron, y compraron armas para delinquir. Will observó que la gente, al tener más, se volvió egoísta, y eso lo llevó a plantearse un dilema social y psicológico. En contraparte el Guardián nunca se cuestiona los estragos sociales y de muertes que causaba la administración del tiempo por parte de los poderosos.

 

 

Will fue ingenuo al no pensar en las consecuencias de regalar tiempo indiscriminadamente.

Con la idea de salvar a muchos de no morir, se dejó llevar por un ideal que a simple vista contrastaba con la frialdad del sistema que regía a ambos mundos, pero nunca pensó en una estrategia que postergara su ímpetu de ayudar solo por ayudar.

Pide informes a los teléfonos 951 244 7006/951 285 3921 y ¡Hazte escuchar por un psicoanalista del INEIP A.C.!

[email protected]

 

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